Imprimir esta página
Viernes, 18 Julio 2025 11:35

Ingenio canta su historia: Guayadeque y Los Cochineros construyen comunidad

El Campus de Etnografía y Folclore celebró ayer día 17 de julio la labor de dos agrupaciones clave en la conservación y transmisión del patrimonio musical y etnográfico del sureste grancanario

18/7/2025.- El Campus de Etnografía y Folclore de Ingenio, promovido por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, contempló en su cuarta jornada de ayer, día 17 de julio, un componente netamente musical. En el marco de la programación del 30º Festival Internacional de Folclore Villa de Ingenio ‘Muestra Solidaria de los Pueblos’, se rindió homenaje a dos agrupaciones que han marcado la historia cultural y musical del municipio: la Agrupación Folclórica Guayadeque, que este año celebra su 50º aniversario, y Los Cochineros, con más de cinco décadas de trayectoria vinculada a la tradición y la música popular de Canarias.

Una siembra que mira al futuro: 50 años de Guayadeque

La primera intervención corrió a cargo de Joaquín López, secretario del Grupo Folclórico Guayadeque, fundado en 1975 desde el seno de la Asociación de Padres del CEIP Claudio de la Torre. “Nuestro objetivo siempre ha sido recoger, conservar y enseñar lo que nos dejaron nuestros mayores”, afirmó López, resumiendo la labor etnográfica y artística que ha marcado a esta agrupación. Con más de 60 personas de diferentes edades, Guayadeque se ha convertido no solo en un referente de la música tradicional canaria, sino en una escuela de identidad que ha sabido rescatar, preservar y transmitir canciones, romances y juegos infantiles del Carrizal, como El Sorondongo, La Polka, La Mazurca, ¿Dónde vas Alfonso XII?, La pájara pinta o La rosa y el clavel, entre otros.

Pero su compromiso va más allá del repertorio musical y los bailes: la indumentaria tradicional ocupa también un lugar central. “Cada hebra de tela rinde homenaje a nuestros antepasados”, señaló López, quien destacó la importancia de vestir para recordar, entender y conectar con quienes nos precedieron. “Ponerse el traje de campesino por primera vez encoge el alma. Es ponerse en la piel de aquellos que vivieron, trabajaron y celebraron antes que nosotros”.

Guayadeque no solo ha actuado en Canarias, sino que ha llevado su legado a más de 40 grupos de las islas y a una decena de la península, consolidando su papel como embajador cultural del sureste grancanario. Para Joaquín, natural del Principado de Asturias, el folclore isleño le permitió redescubrir el suyo propio: “La Isa y la Danza Prima, los cantos de duelo, los bailes de celebración... hay un puente cultural invisible que nos conecta”. Su visión del folclore es una mezcla de orgullo, pertenencia y proyección: “Este trabajo es una siembra. Hoy recogemos lo que plantaron en 1975, y seguimos sembrando para el futuro”.

Los Cochineros: música, identidad y comunidad

A continuación, tocó turno para reflexionar sobre la esencia del Cochinero.  El integrante más veterano de la agrupación folclórica Los Cochineros y consejero de Empleo del Cabildo grancanario, Juan Díaz, que ha participado en las tres etapas diferenciadas del grupo de Ingenio durante su andadura ("primero como lechón y luego como cochinero"), hizo un recorrido por más de 50 años de historia musical de Ingenio, desde los antiguos ranchos de ánimas hasta la consolidación de agrupaciones musicales contemporáneas.

Juan Díaz recuperó la memoria de los ranchos de ánimas, una tradición profundamente arraigada en la espiritualidad popular del municipio de Ingenio, hoy desaparecida. “Estos cantos nacían de una antigua creencia cristiana: que las almas podían quedarse en el purgatorio tras la muerte, y que, mediante misas y rezos, era posible ayudarles a alcanzar el cielo. Entre diciembre y enero, los vecinos recorrían las casas donde había difuntos recientes, ofreciendo cantar un rancho de ánimas a cambio de una aportación voluntaria para sufragar esas misas. Las letras, improvisadas, evocaban la vida del fallecido, y los cantos se acompañaban con percusión de hierro, en un estilo austero y conmovedor “Mi abuela me cantaba uno y me contaba que tenía relación con sus dos hermanos fallecidos”, compartió Díaz. “En aquellos tiempos, incluso la duración del canto variaba según la cantidad donada: cuanto mayor era la limosna, más extensa era la estrofa. Esta práctica, que aún se conserva en lugares como Teror y Valsequillo, representa una de las expresiones más íntimas de la música como consuelo y rito de paso, y da cuenta de una sociedad que encontraba en el folclore no solo arte, sino también una forma de acompañar la vida… y la muerte”.

A través de un relato plagado de anécdotas, Díaz repasó también el contexto social y cultural del municipio de Ingenio en el siglo XIX, cuando se vivía bajo un sistema casi feudal y la música servía como medio de cohesión y resistencia. Mencionó el origen de la Banda de Música Municipal, las restricciones económicas que enfrentaron, y cómo, a pesar de todo, los vecinos lograron mantener viva la actividad musical.

En ese ecosistema, en la década de los 70, surgieron Los Cochineros, un grupo formado por amigos del entorno rural —agricultores, ganaderos y trabajadores de la construcción— que, con vínculos directos con la venta de cochinos, comenzaron a reunirse para cantar en asaderos y tenderetes. “La agrupación tomó su nombre de aquellos hombres que criaban, mataban y vendían cochinos por los caminos de la isla, un oficio que en sus orígenes generaba cierto rechazo pero que hoy representa con orgullo nuestras raíces. La primera actuación fue casi accidental, cuando sustituyeron a un grupo que no se presentó en el Casino de Ingenio. Así empezamos”, recordó Díaz. Bajo la dirección de Orlando Hernández y Manolito Sánchez, aquellos jóvenes del grupo Campos del Sur se convirtieron en lo que hoy es una de las agrupaciones más representativas del folclore local. En 1992, comenzó la segunda etapa del grupo, esta vez bajo la batuta de Jacinto Bravo, y la tercera etapa está dirigida por su actual director, Javier Melián.

Con más de cinco décadas de historia (aunque no consecutivas), Los Cochineros han ensayado más de 100 canciones, han grabado siete discos y publicado un libro que recoge su trayectoria, escrito por Pedro Padilla. Algunas de sus composiciones más emblemáticas, firmadas por Blas Sánchez, han marcado una época y se han convertido en seña de identidad del grupo. “Transmitir y entregar es nuestra misión: entregar todo lo aprendido a las futuras generaciones”, señaló Díaz, subrayando el valor de la solidaridad, la constancia y la amistad como pilares de este proyecto colectivo. “La música fue, y sigue siendo, el nexo de unión. No se trataba de subir a un escenario, sino de compartir momentos, de construir comunidad”, agregó Díaz. También destacó el papel fundamental de la Escuela de Música Manolito Sánchez, que ha sido cantera de músicos, profesores y agrupaciones como Guayadeque y Coros y Danzas de Ingenio. “Gracias a ella, hoy tenemos solistas y profesionales que siguen proyectando nuestra cultura dentro y fuera del municipio”. Además tuvo un recuerdo especial para, el recientemente fallecido,  Antonio González Oliveras que formó parte de Los Cochineros durante toda su andadura.

La jornada, como no podía ser de otra manera, concluyó con música y la actuación de Los Cochineros, que interpretaron temas como La Isa la Paria, Popurrí cochinero y Andrés, Andrés, repásate el motor, piezas que arrancaron sonrisas y aplausos entre el público asistente. Fue el mejor broche para una tarde que confirmó, una vez más, que la tradición no es pasado.