Las Palmas de Gran Canaria, 27 de julio de 2017.- La conferencia ‘Tiempo del mundo, tiempo de la vida. La etapa final de Mizoguchi’ a cargo de Luis Miranda, director del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, abre este viernes, 28 de julio, a las 19.00 horas, la última jornada de la 15ª Semana de Cine Japonés desarrollada esta semana en la Casa de Colón con la organización de la Asociación de Cine Vértigo.
Tras la intervención de Miranda, a partir de las 20.00 horas, tendrá lugar la proyección gratuita hasta completar aforo de ‘Los amantes crucificados’ (1954), la última de las cinco películas del maestro Mizoguchi seleccionadas para esta edición, consagrada a la etapa postrera de un director que no sólo forma parte de un irrepetible tridente cinematográfico nipón junto a Kurosawa y Ozu sino que está considerado como uno de los más grandes y conmovedores cineastas de todos los tiempos.
“En los años cuarenta y cincuenta, sobre todo en ciertos sectores de la crítica francesa”, explica Miranda, “surgen una serie de teorías sobre el realismo cinematográfico y del cine como dispositivo realista por sí mismo con la reivindicación de un cine que ya no se sostenga en el montaje, sino en los planos secuencia, las tomas largas y la proximidad de campo. En este sentido, Mizoguchi representaba una cumbre porque además dotaba a sus obras de una plasticidad, una belleza y de un estilo casi pictórico que han alcanzado muy pocos cineastas”.
Miranda precisa que “la belleza de su cine apunta siempre hacia un sentido que tiene que ver con la historia de Japón y muy en especial con la historia de las mujeres, que fueron siempre las protagonistas de creación. De este modo, trató la condición de las mujeres en la historia de Japón, pero de tal manera que aun siendo local podía trascender fuera de Japón”.
“El cine de Mizoguchi, junto al de Kurosawa, irrumpió de pronto en el panorama internacional a principios de los cincuenta, cuando empezaron a programarse películas japonesas en los grandes festivales. Terminada la posguerra, los críticos, muchos cineastas y la cinefilia de la época descubren de pronto que en Japón se hacían películas extraordinarias. La primera irrupción fue la de Kurosawa con ‘Rashomon’ en 1951 e inmediatamente después emergió la figura de Mizoguchi en el año de 1952 con ‘La Vida de Oharu’, ambas en Venecia”.
Miranda recuerda que cuando Mizoguchi dio el salto a la fama internacional “ya llevaba más de setenta películas realizadas y en su país tenía un enorme prestigio”. Esta 15ª Semana del Cine Japonés de Las Palmas de Gran Canaria, centrada en su producción en los años cincuenta, poco antes de su muerte, ha rendido tributo a un creador cuyo cine fascina a la vista mientras el alma se estremece.