Canarias, España, el mundo, ha vivido y vive un tiempo convulso, repleto de cambios en nuestros hábitos, en nuestros modos de vida, en nuestras relaciones sociales. Una situación que nos ha exigido nuevas normas que hemos debido adoptar e incorporar a nuestra vida diaria para proteger nuestra salud.
Uno de esos grandes cambios, la decisión que marcó un punto de inflexión en nuestro modo de entender la vida, fue el confinamiento obligado en nuestros hogares.
Cuando a mediados de marzo el Estado decretó el estado de alarma en todo el país, nuestra vida experimentó un giro de 180 grados. La mayoría de nuestras preocupaciones diarias pasaron a un segundo plano y la salud se situó en el primer lugar. En el caso de las víctimas de violencia de género, el encierro se hizo, si cabe, mucho más peligroso para su integridad física o psicológica. Mujeres con hijos e hijas se vieron obligadas a confinarse con su agresor, a guardar más silencio, a idear fórmulas para poder comunicarse con el exterior o pedir ayuda, en caso necesario. Para ellas el miedo, la incertidumbre y la asfixia, que por entonces vivía toda la ciudadanía, crecieron de manera exponencial.
En ese momento, los recursos del Ayuntamiento de Gáldar destinados a la violencia de género se mantuvieron funcionando a pleno rendimiento.
Debemos ser optimistas, nos encontramos en un momento de transición, de lucha entre las inercias del sistema establecido y la irrupción de cambios muy relevantes que nos encaminan a una sociedad más igualitaria. Nuestra juventud es cada día más consciente de la violencia de género, es capaz de visibilizarla, de señalarla y cada día más jóvenes se posicionan frente a esas prácticas machistas, estancadas por el peso de las estructuras de dominación, que perduran en sus relaciones de pareja o amistad. Es el momento ahora de reforzar o crear las condiciones estructurales para que nuestra juventud pueda traspasar la barrera del discurso que ya ha asimilado y permear las prácticas de la igualdad de género.
La sensibilización va llegando a cada hogar, y nuestra población en su conjunto está comenzando a señalar la violencia, no a quienes la reciben sino a quienes la cometen. Canarias está dando el gran paso de estigmatizar de forma contundente la violencia, al maltratador y no a la víctima, perdiendo el miedo a denunciar; mujeres y hombres agudizan los sentidos para percibir y denunciar ante cualquier sospecha. Porque nuestra sociedad crece, evoluciona, se transforma, se reinventa y es siempre el esfuerzo colectivo el que realmente nos ayuda a mejorar, a alcanzar un mundo más saludable y justo, exento de violencia.
La violencia de género es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y que perdura a pesar de todos los avances, de la mayor concienciación, de la mayor protección y labor de prevención que se desarrolla desde todos los ámbitos. La violencia machista es la causa de muerte de una media de 60 mujeres cada año en España, mujeres asesinadas por hombres. Es la causa directa de discapacidades de muchas mujeres supervivientes, secuelas físicas y psicológicas. Se estima que, por cada mujer asesinada, diez agredidas sufren como consecuencia de la agresión machista discapacidad visual, auditiva o de movilidad.
Este Ayuntamiento es consciente de que dar el giro a esta situación supone un ingente y constante esfuerzo de toda la comunidad, desde todos los ámbitos de actuación. Cada mujer asesinada, cada mujer lesionada, cada mujer que sufre o vive atemorizada, es consecuencia directa de las desigualdades cotidianas que seguimos consintiendo en nuestra vida diaria. Combatir la desigualdad de género heredada por nuestra cultura supone que cada persona, de forma individual, detecte y modifique comportamientos y expresiones que perduran de forma inconsciente en nuestro cerebro, y alimentan el desequilibrio entre mujeres y hombres.
Este 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, en el que recordamos a todas aquellas que han sufrido violencia o han perdido su vida a manos de maltratadores, nuestro Ayuntamiento quiere expresar su firme compromiso de trabajo por la construcción de una sociedad igualitaria, libre de violencia, donde ser mujer no constituya un factor de riesgo para la vida. Sólo con unidad saldremos de la pandemia de la violencia machista.