Los trabajos de restauración y conservación acaban de finalizar tras siete meses desde que comenzó su ejecución
Los trabajos de restauración y conservación del retablo de San Sebastián en la Iglesia Parroquial de Santa María de Guía han culminado ya tras siete meses desde que comenzara su ejecución el pasado mes de mayo. El alcalde, Pedro Rodríguez, y la directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Nona Perera, visitaron hoy el templo donde fueron informados de todos los detalles relativos a este proyecto por el restaurador encargado del mismo, Fran Díaz Guerra. En la visita estuvieron presentes, también, la concejala de Cultura y Patrimonio Histórico, Sibisse Sosa, y el cura párroco, Pedro Martínez.
Según explicó Pedro Rodríguez, la recuperación de este retablo ha sido posible gracias a la Dirección General de Patrimonio Cultural que ha costeado su restauración respondiendo a la solicitud realizada desde este Ayuntamiento y agilizando todos los trámites necesarios para llevarlo a cabo. En tal sentido destacó la importancia de este tipo de proyectos “en la medida en que suponen un paso importante en la mejora del extraordinario patrimonio que alberga este templo, monumento histórico artístico nacional, una auténtica joya que merece ser cuidada y puesta en valor por todos”, resaltó.
En esta misma línea se pronunció la representante del Gobierno canario, destacando además la importancia de Santa María de Guía como cuna del gran imaginero Luján Pérez y asegurando que esta actuación, la recuperación del retablo de San Sebastián, se enmarca dentro de las iniciativas encaminadas “a que los bienes de propiedad privada pero que están a disposición pública estén en buen estado para evitar males mayores, resaltando además la importancia de muchas cuestiones que son necesarias para mantener las obras de arte en buen estado como son el mantenimiento, la limpieza y la apertura de los templos”, indicó.
El retablo de San Sebastián, situado a al entrada de la Iglesia, es de madera de un solo cuerpo y consta de un zócalo, un banco, predela y cuenta con una hornacina rematada en un arco de medio punto donde se cobija la imagen del santo. Antiguamente este era el altar de la Virgen de las Mercedes. En su remate aparece la imagen de la Santa Fe, procedente del antiguo púlpito.
Según explicó Fran Díaz Guerra, a través de esta restauración, además de solucionar los daños producidos por los agentes naturales (humedad, temperatura, insectos, etc.), también se trató de paliar los daños provocados por el factor humano que provocó la pérdida de diversas piezas y había desvirtuado la policromía con la que fue creado inicialmente este retablo mediante la superposición de capas de color aplicadas sobre el colorido primitivo.
Los trabajos consistieron en solucionar los problemas de soporte ya que algunos estaban atacados por por la carcoma y otros se habían perdido. Se repusieron algunas molduras perdidas y se rescató la policromía original que estaba debajo de dos capas de repuntes que fueron aplicadas en el siglo XX durante las reformas del templo.
La limpieza físico-química tuvo como finalidad el eliminar restos de suciedad, barnices degradados y otras sustancias extrañas ajenas a la originalidad de la obra, y principalmente retirar los repintes que cubrían la policromía primigenia del retablo.
Antes de eliminar los diversos repintes (tonos crema y grisáceos) que cubrían la policromía original se tuvo en cuenta la dificultad para ser eliminados, así como, en qué grado la pintura original ha de ser dañada para poder ser recuperada y ante todo, la cantidad de policromía original que se conservaba adyacente.
Se emplearon diversos métodos según las características de cada una de las áreas. Las partes en las que los repintes presentaban un alto estado de oxidación estos fueron retirados de manera mecánica mediante el empleo de bisturí y los que estaban más adheridos mediante el empleo de productos químicos y bisturí.
Como ya pasara en la restauración del retablo de San José localizado en el mismo templo, explicó el restaurador, subyacente a varias capas de pintura de tonos blanquecinos y crema se encontraba una policromía de colores vivos más acorde con el estilo artístico de dicho retablo. “En la actualidad esto mismo se advierte en diversos retablos de la iglesia de Santa María de Guía, los cuales en algún período de la historia fueron repintados en tonos similares, probablemente propiciado por los gustos estéticos del momento y enmascarando así los colores con los que estas obras fueron concebidas. Señales de esta intervención se aprecian en el retablo mayor, el de Santa Lucía, el de la Virgen de las Mercedes, el del Sagrado Corazón de Jesús y en el de la Virgen del Carmen”, indicó.