Viernes, 09 Abril 2021 15:59

La segunda entrega de cortometrajes de Canarias Cinema propone al espectador un ejercicio diverso de auto-observación

 

  • Nayra Sanz Fuentes, Shira Ukrainitz y Omar Al Albdul Razzak, Octavio Guerra y Elisa Torres, Claudia Torres y David Sainz presentan una colección de cortos que, de una forma u otra, plantean la necesidad de evaluarnos en lo colectivo y lo personal
  • Los realizadores apuntan a la capacidad del festival a la hora de dar cobertura a toda una generación destacada de cineastas isleños

Las Palmas de Gran Canaria, viernes 9 de abril de 2021. Observarnos como sociedad. En nuestro entorno familiar. En lo personal, en situaciones límite. La segunda entrega de cortometrajes del apartado Canarias Cinema en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria propone al espectador un ejercicio diverso de auto-observación. Bien en situaciones distópicas, bien íntimas o en el extremo de la supervivencia: Nayra Sanz Fuentes, Shira Ukrainitz y Omar Al Albdul Razzak, Octavio Guerra y Elisa Torres, Claudia Torres y David Sainz conforman un cartel de proyecciones con esta coincidencia, pero con la firma personal de cada uno de los realizadores. Talento con acento canario, bien al alcance de su público.

Selfie

Selfie (2019) es el tercer título de la serie de cortos emprendida por Nayra Sanz Fuentes bajo el denominador común ‘Distopías alcanzadas’. Un proyecto que inició con Sub Terrae (2017) y En esas tierras (2017), que luego ha continuado con Derivas (2020) y un quinto título en plena cocción. La intención de la autora ha sido la de “poder acercarnos a espacios abiertos, normalmente públicos, en los que a través de un lenguaje alegórico y metafórico, los símbolos del sonido y la imagen pretenden hacer reflexionar sobre temas muy destacados en las sociedades contemporáneas”. Un sonido proyectado en realidad por máquinas de nuestro entorno, sobre las que no necesariamente hemos mantenido el control real que habríamos deseado.

Sanz logra su objetivo proyectando “la tensión entre la naturaleza, el hombre y la máquina. A partir de ahí percibimos cómo, dependiendo de esa tensión, se genera una sociedad u otra. En Selfie, en particular”, apunta, “me interesa esa reflexión compleja, tecnológica, en la que en un momento dado nos podemos dar cuenta de que dejamos de dominar a la máquina”.

Esto es, puro espíritu distópico, en el que podemos reconocer influencias muy concretas. “Quiero que el espectador proyecte sus experiencias en la imagen que presento, y que se plantee una serie de preguntas”, conviene. Y, en efecto, “tanto Huxley como Kubrick, con su odisea del espacio, están presentes: resuenan en aquellos espectadores que conocen sus obras”. Y, ahonda sobre Selfie, “La Kaaba de la Meca, el monolito en torno al cual todos giran, es uno de esos iconos que tienen esa extraña naturaleza”, que la autora pretende captar en su serie de cortos.

En este, en concreto, juega con la ironía: porque Selfie es justo eso, un autorretrato colectivo de nuestra sociedad, que se mira a sí misma. El trabajo se Sanz está dividido en dos partes: “en una primera con planos más terrenales y esa mezcla extraña entre la naturaleza y la tecnología, con el sonido que hace que no sepas si es humano o máquina quien te habla. Luego saltamos a otro tipo de imágenes en las que se plantea qué entendemos como religión, o el juego si la robótica es la nueva religión del mundo. Ese desde abajo y desde arriba de donde nos miramos a nosotros mismos".

La realizadora (también guionista, montadora y productora) acumula ya un recorrido respetable en el circuito. En lo que respecta a Las Palmas de Gran Canaria, su festival “es un referente total dentro de mi trayectoria: es un espacio en el que he podido mostrar todos mis trabajos, pero también ha sido la oportunidad de conocer a compañeros que se han convertido en amistades”. Además, le ha permitido observar cómo “en los últimos diez años la generación que ha surgido ha sido fundamental. Es muy bonito ver que este año hay 18 cortometrajes y diez largos: esto habla mucho de lo vivo que está el cine a nivel local”.

Los espacios confinados

Shira Ukrainitz y Omar Al Albdul Razzak firman Los espacios confinados (2019). Una pareja de realizadores que trasladan a este trabajo conceptual y documental, mezcla de imagen real y animación, su visión sobre sus propios entornos culturales. Ilustradora, de origen judío, y documentalista, de origen musulmán, vuelcan su talento en un trabajo singular, en donde los rezos colectivos sobre el Talmud en una universidad de la Torá israelí o alrededor mismo de La Meca se proyectan como una coreografía perfecta que luego se transforma en una imagen animada siempre cambiante. Un ritmo fluido, siempre líquido, que la pareja de realizadores consigue desde el primer minuto de su corto, que arranca con la singular censura que ejerce la televisión iraní sobre las imágenes de los atletas en las competiciones de los Juegos Olímpicos.

Omar Al Albdul Razzak hace notar que “la gracia, por llamarlo de alguna manera, es que yo puedo entrar en esos sitios y Shira no puede, porque son sólo para hombres. Justo lo de los espacios confinados tiene que ver con eso, y con esos mismos espacios, que parecen abiertos, pero también cerrados. El universo de la religión tiene esa dualidad. Al final, aunque quieras salir siempre estas dentro, esos universos no te lo permiten”.

En el corto se emplean imágenes filmadas por el propio Omar en Israel (en Bnei Brak) y fondos de archivo de La Meca. “En este fragmento tienes la sensación de que si paran de dar vueltas se detiene el mundo". ¿Qué les motivó a abordar un proyecto semejante? “Bueno, hablábamos mucho de revolución, por eso acabamos el corto con una imagen que alude al constructivismo. Pero también nos interesó ese trastorno compulsivo que se puede ver en esos lugares de oración, esos patrones que, de algún modo, ayudan a encontrarle sentido a la vida. Aquello de que si no hacemos eso o esto otro parece que puede pasar algo. Esa idea de continuidad está ahí”. El corto es fluido, “líquido, eso viene más de Shira y su animación”, subraya el autor.

Con Los espacios confinados Omar regresa al Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Ya había estado con el largometraje Paradiso (2013). Como productor estrenó en la capital grancanaria el corto Todo un futuro juntos (2014, Pablo Remón), “porque me parecía un festivalazo”, apunta. “A nivel artístico me parece un festival de lo mejor que hay en España. Cuando repetí con el documental La Tempestad Calmada (2016), además, pude ver el ambiente local. Y Canarias Cinema creo que está muy bien".

Heurtebise

Octavio Guerra es un nombre habitual del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, en el que firma trabajos seleccionados desde 2013. En 2019 creó revuelo y expectación con su largo En busca del Oscar (2018), un singular documental que se paseó con éxito por diferentes festivales, incluido el de la capital grancanaria. Hoy se reparte física y profesionalmente entre Valencia y Canarias, a donde regresa ahora con dos cortos en Canarias Cinema.

En Heurtebise (2020), que también firma Elisa Torres junto a Guerra, “la idea principal es mostrar a través de una casa el ciclo de la vida y la muerte en una misma familia. Queríamos contar los diferentes roles de tres mujeres desde el punto de vista de una sociedad matriarcal”. El resultado es un trabajo visual y documental equilibrado, compactado después de cuatro años de realización, y con un ritmo propio.

“Hay un apuesta por lo visual, sin apenas diálogo”, señala Guerra. “Queríamos mostrar un verano cualquiera de una familia y cómo avanza el tiempo y la vida, por eso era importante”. “En el primer año”, cuenta, “se grabó lo irrepetible: la relación de la bisabuela con el niño. Lo siguiente fue ir buscando la historia que queríamos contar. Fue un proyecto a fuego lento. Sabíamos perfectamente cómo funcionaba la luz en esa casa, porque la conocemos bien. También nos dimos cuenta de que queríamos jugar con los claros y los oscuros”.

Ciertamente, la luz, la composición y el tiempo son elementos esenciales en Heurtebise, que transcurre en pantalla a un ritmo que envuelve al espectador en una aventura pausada, cotidiana y con su propio universo sonoro. “Con el sonido tuvimos la suerte de contar con gente que hizo crecer mucho el contenido. Y la postproducción de sonido ha sido otro guion por sí solo”, desvela el realizador.

Guerra recuerda cómo para esta pieza "hemos tirado metraje: ¡70 días! Parece muy sencillo cuando vez el corto, pero la verdad es que ha sido muy trabajado”. Y ordenado, en la exposición de tres épocas distintas en una misma familia. Siempre con un rol femenino protagonista.

Apache

Octavio Guerra también dirige Apache (2019), un documental en crudo sobre el impacto real de las políticas asistenciales en un sujeto concreto, con un inesperado giro final. Algo que refuerza el valor documental de la obra. Y es que “no vamos con una idea preconcebida sobre lo que queremos hacer”, subraya el realizador, “el tiempo, las relaciones y la observación nos hacen encontrar el tema y el guion. Cuando voy a rodar no sé lo que voy a hacer”.

En este punto, Guerra se siente “totalmente identificado en ese rol de documentalista. Soy periodista y luego estudié cine y televisión. Intenté hacer ficción y luego vi que no cuajaba con mi forma de ser. Todo lo que filmo es apegado a la realidad. Y sí que es verdad que puedo tabular o crear, pero siempre desde un material real”.

Aunque en Apache el autor no ha tenido la posibilidad de crear como en otras películas: es un corto del género realista y observacional. La idea era retratar a Jesús [el protagonista], retratarlo y ponerlo en su tesitura”.

En el giro final, el hombre sobre el que se centra el corto toma una decisión que puede sorprender al espectador. En el contenido que se muestra en pantalla, admite el director, “sí que hay una crítica de trasfondo: las políticas son muy asistenciales. No te dan la caña para que pesques”. A Jesús, en todo caso, Guerra le sigue filmando: será también el protagonista de su próximo largometraje.

Con el paso del tiempo, Octavio Guerra ha adquirido una mirada privilegiada para evaluar al propio festival y su apartado Canarias Cinema. “Más de una vez lo hemos dicho: el festival ha sido fundamental para lo que nosotros creemos que es una generación de cineastas que nos hemos encontrado aquí y que incluso hemos formado una asociación a partir de esos encuentros. La mayoría de las personas que han pasado por Canarias Cinema son cineastas que están hoy en una madurez muy interesante. Y son muchos. Los hay que están hoy con sus óperas prima y que seguro que van a estar en festivales importantes. Y otros, directamente ya lo han conseguido. También somos varios los que estamos en esta sección aportando trabajos cortos, y seguro que será una de las secciones Canarias Cinema de las más brillantes. Creo que incluso podría a estar a la altura de la sección internacional. Ahora se está recogiendo la cosecha de todos estos años”.

Versiones

En contraposición a firmas más veteranas, Claudia Torres se estrena en esta edición en Canarias Cinema: una autora que presenta una propuesta valiente y personal, centrada en la evolución de su propio padre y su hermano y que reconstruye el material auténtico conservado durante años por su familia en aquél formato de cinta VHS. Sonidos robados sin avisar, audios capturados de forma furtiva en el mismo entorno, completan su Versiones (2019): las que a ella le habían contado y lo que ella misma descubrió con estas imágenes.

“Todo es real”, confirma Torres, “es mi padre el que aparece, y lo que suena son los audios que les grabo a escondidas. Hay mucho material desechado, obviamente, para elaborar el corto. Pero no hay nada ficticio”. Se presentan aquí, en un muy pensado montaje, imágenes de ayer y otras actuales. En un momento dado, se alcanza un pacto con el hermano mayor, pero “mi padre estuvo engañado totalmente durante todo el proceso. Tenía que ser así, porque al final, como se dice en el corto, ante la cámara todo el mundo pone su mejor cara”.

La idea de Versiones “parte del momento en el que me encuentro con unas cintas VHS que se rescatan en mi familia. Y se completa mi propia memoria con esas imágenes: hay un conflicto entre lo que me contaba mi hermano y lo que descubro en mi imagen”. Torres añade que el proyecto se termina de configurar “cuando estoy en Madrid. Es curioso, pero cuando te alejas es cuando ves mejor la historia”.

Su corto desvela intimidad, historia familiar, un perfil personal de su propio padre, que en pantalla comenta cómo sigue ahí, “luchando con su otro yo”. El afán documental de la autora no se detuvo con el montaje: “Grabé cuando ellos vieron el corto por primera vez: y fue terapéutico. Mi padre ha cambiado muchísimo. Es altamente recomendable sacar el polvo de las cintas antiguas, en vez de grabar tanto lo de ahora”.

Su proyecto, al final, le ha llevado a debutar en el festival. “¡Estoy muy ilusionada! Llevaba tiempo intentando meterme un poco en todo este show: desde que vi el Festival supe que llegar no iba a ser fácil, porque está elaborado y tiene nivel. Poder estar”, concluye, “es la bomba”.

No signal

No signal (2019) es una gamberrada alumbrada durante el Festivalito de La Palma, firmada por David Sainz. Un autor de prestigio en el mundo de las series web, y un realizador con mucho humor negro, que explota de forma palpable en este corto, protagonizado por el estadounidense Ken Appledorn. “Un titán”, en palabras del director, que dibuja el despiste fatal de un excursionista en la Isla Bonita: una tragedia que adornan desde el cast Junior y Kike Pérez. Dos personajes en una furgoneta a la que nadie querría subirse.

De hecho, la idea de Sainz era la de “buscar a dos personas en un coche al que yo tampoco me subiría de primeras. En Canarias puede ser más evidente la comedia, por lo que es Kike. Junior que es muy buen actor, siempre se deja liar por los amigos. La realidad es que el corto ha funcionado muy bien”.

El relato a contar no dejaba de ser “una historia muy jodida, en una situación que no tiene por qué no hacer nada de gracia y en la que se sufre bastante”. Claro que justo por eso, el humor negro funciona.

En cuanto a la realización “lo hicimos para El Festivalito, y cuando tuvimos la oportunidad de mandarlo al Festival de Las Palmas de Gran Canaria aumentamos la duración y le dimos un lavado de cara. Lo rodamos no muy lejos de Santa Cruz, buscando la nube, que en el corto es niebla. Antonio Velázquez y Emilio González hicieron un gran trabajo con la fotografía. Y hay un plano clave a vista de dron, en el que Álvaro Beamonte estuvo brillante”.

Sainz apunta que “es la segunda vez que estamos en el festival, y la verdad es que mantengo una relación relativamente cercana, conozco a gente que presenta allí cada año. Su cine es independiente y arriesgado”. Al certamen de Las Palmas de Gran Canaria le guarda cierto respeto, hasta el punto de que “siempre me parece curioso que escojan un corto mío, porque tengo la percepción de que uno es más comercial. Pero sí que es verdad que estoy más cerca de lo gamberro que de lo experimental. Estar siempre es un honor. Ese es el premio. Y pertenecer de nuevo a Canarias Cinema, que para mí me parece unos de sus apartados más potentes”.

Canarias Cinema Cortometrajes Sesión 2 se proyecta a las 10:00 horas, y también a las 17:00 horas, en este caso con presentación de los autores, de este sábado 10 de abril, en la Sala Cinesa 9 del Centro Comercial El Muelle. El acto está sujeto a las correspondientes medidas de seguridad para combatir la propagación de la COVID-19, siendo obligatorio el uso de mascarillas y el respeto de la distancia social en las proyecciones.

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