- La directora del Instituto Canario de Igualdad interviene en la Casa-Museo León y Castillo de Telde, el día 28 de abril, a las 19:00 horas
Las Palmas de Gran Canaria, 27 de abril de 2021.- La directora del Instituto Canario de Igualdad del Gobierno de Canarias, Kika Fumero, lleva décadas trabajando por la igualdad de género, la prevención de la violencia contra las mujeres y los derechos de las personas LGTB. Reconoce que se han conseguido grandes avances, pero que “cuanto más se avanza, más reaccionario se vuelve el sistema y hace de termómetro. Tenemos que estar ojo avizor porque el lobo está ahí, y ya no está con piel de cordero, aunque agradezco que esté destapado. No podemos bajar la guardia y tenemos que mostrarnos más juntas que nunca, ya sea en las redes sociales como en los medios de comunicación, expresando continuamente el mensaje del feminismo y la igualdad”, asegura.
Por esa amplia trayectoria como activista y especialista en temas como la coeducación, la diversidad afectivo sexual y de género, y las políticas de igualdad, la Casa-Museo León y Castillo de Telde la ha invitado el día 28 de abril, a las 19:00 horas, a participar en el ciclo denominado ‘Más que musas. La mujer en la cultura en Canarias’.
Kika Fumero (Santa Cruz de Tenerife, 1975) es consciente de las reacciones negativas que produce el feminismo en algunos hombres y mujeres, con partidos políticos que niegan la violencia de género y que haya desigualdad. Reconoce que ha habido grandes avances en los últimos años, pero que aún queda mucho trabajo por hacer. “Tenemos una Ley de Igualdad y una Ley de Violencia de Género que no tiene un régimen sancionador porque violan esas leyes y no pasa nada, salvo que cometas un delito. Los libros de texto, las clases y los contenidos están llenos de faltas a la Ley”, explica.
Desde que llegó al cargo en 2019, reconoce que hubo cambios simbólicos importantes. Entre ellos, el Protocolo de Actuación Institucional del Gobierno de Canarias en caso de asesinatos de mujeres, víctimas de violencia de género. En este documento aparece la palabra feminicidio, con todas sus letras, explica, y deja claro que se trata de un Gobierno feminista, que quitó los minutos de silencio cada vez que hay un asesinato y lo sustituyó por un minuto de repulsa y la lectura de un manifiesto por parte del presidente.
Entre otros cometidos desde su arribo al Instituto, su labor fue “llenar la casa, porque estaba vacía”, además de trabajar para mejorar y aumentar los recursos para víctimas de violencia de género, generando reglamentos que regulen esos recursos. También ha creado el área de coeducación para que todas las campañas que generan se conviertan en recursos didácticos que lleguen a las aulas, y trabaja en la transversalidad, para que las partidas presupuestarias de los programas del Gobierno de Canarias tengan perspectiva de género.
Además, trabaja en la firma de convenios para ir de la mano con otras áreas como Educación, pero también con las farmacias como agentes sociales y sanitarios. De hecho, un acuerdo con las farmacias permitió poner en marcha la iniciativa ‘Mascarilla-19’, que se convirtió en un código de salvación para las víctimas de la violencia de género durante el confinamiento. Tuvo tanto éxito que el Consejo General del Poder Judicial hizo una recomendación pública del uso de ‘Mascarilla 19’ y ONU Mujeres ha destacado la importancia de esta acción en un informe reciente. Además, se ha reproducido en Australia, Canadá y varios países de Latinoamérica y África.
Fumero destaca también el convenio firmado con RTVC para que haya una figura única y exclusivamente dedicada al tratamiento de la información y la comunicación en igualdad. Se trata de una acción que quiere extender al resto de medios de comunicación, pero tenían que ser el ente público en primer lugar para dar ejemplo.
Por último, destaca el convenio que está a punto de firmar con el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) que agrupa las asociaciones con discapacidad. “Todo lo que generemos tiene que tener una mirada interseccional, es decir, para todos los cuerpos, todas las edades, todas las etnias, todas las orientaciones sexuales, para mujeres rurales y urbanas, y con discapacidad, porque tenemos que reflejar el conjunto de la sociedad, si no, ninguna acción es válida”.
Cuando concluya este compromiso, que aún no sabe cuándo será, asegura que le gustaría haber dejado una semilla que pueda continuarse, que pueda seguir dando sus frutos y sobre todo que, a nivel personal, pueda mirarse al espejo y decirse que lo que hizo, lo hizo lo mejor que ha podido.
“Las acciones de sensibilización concretas son importantes, pero hay que mirar a largo plazo. Esto es una carrera de fondo y hay que diseñar políticas públicas y estrategias pensando en un resultado a largo plazo y en la transversalidad”, concluye. Y esa, entre muchas otras, la semilla que quiere dejar.
Trayectoria vital
“Y esa lucha por la igualdad viene desde muy lejos, cuando comenzó a notar las injusticias por el solo hecho de ser mujer. “Cuando echo la vista atrás y analizo mi trayectoria vital, me doy cuenta que siempre he sentido ese malestar, que posteriormente, cuando conoces a las grandes referentes que empiezas a leer y empaparte de esa teoría, sabes que ese malestar era el llamado malestar de género. Lo he sentido siempre y lo he podido ver, me he sentido incómoda por el trato recibido por otras personas. Ahora entiendo que era por el mero hecho de ser mujer y he podido percibir ese trato diferente”, explica.
“Cuando eres pequeña no sabes ponerle palabras, no tiene palabras suficientes para nombrar lo que está sucediendo, pero sí sientes un malestar que no sabes de donde viene, máxime cuando llega un hermano a tu vida y la diferencia se marca muchísimo más en el día a día. Luego llega la adolescencia y no solo estás en un cuerpo de mujer, y eres una mujer, y así como tal eres tratada, con diferencia a los hombres en la sociedad, sino que descubres tu orientación sexual, tu lesbianismo, al que tampoco sabes ponerle palabras porque no nos dan ese vocabulario para nombrarlo, solo nos dan el vocabulario que quieren que tengamos para nombrar lo que quieren que nombremos. Y descubres eso y la sensación de injusticia se acentúa mucho más”, detalla.
Es en ese momento, en la juventud, cuando empieza a buscar a otras personas iguales con quien relacionarse, compartir y también con quien debatir. En definitiva, sentirse comprendida y arropada. “Uno busca personas con las que poder hablar un mismo idioma, mujeres feministas o que sientan ese malestar para poder debatirlo y discutirlo y que no se ponga en duda, incluso otras mujeres lesbianas con las que poder reflexionar y hablar de opresiones y de miedos que te atraviesan en determinados momentos”, agrega Fumero.
“La trayectoria vital misma y esa sensibilidad a sentir esos malestares que no se sabes de donde vienen, pero que son producto de situaciones que sientes como no justas, te va llevando a buscar referente, a informarte, estudiar, leer y preguntar. La gran ayuda en aquella época en la que no había internet, ni Whatsapp, ni móviles, eran las librerías y empezar a devorar los libros”, asegura, al tiempo que explica que cuando llegó a la universidad se le abrió un mundo nuevo.
Estudió la carrera de Traducción e Interpretación, Inglés y Francés, por circunstancias de la vida, porque en realidad quería estudiar Periodismo. “Soy una gran amante de los idiomas por esa necesidad de expandir y de conocer, y para que no fuera un obstáculo y una barrera”, explica. Habla francés, inglés, italiano y catalán.
Ese amor por los idiomas le llevó a vivir en diferentes ciudades y países. Estuvo un año en Lyon (Francia), tres años en Verona (Italia) y siete meses en Manchester (Inglaterra). También residió en Barcelona, Valencia, Madrid y Granada, hasta que decidió regresar a Canarias. Y a partir de ahí, dedicó su vida a la docencia.
“Cuando entro en contacto con la docencia veo la oportunidad de oro de aplicar a mi pedagogía todo lo que había aprendido y leído, es decir, mi filosofía de vida”, agrega. Era 2005 y se encontró con mucha resistencia a la hora de aplicar la igualdad en las aulas, de llevar la coeducación. “Antes dependía del centro, ahora no, aún hay resistencia, pero como tenemos el gran apoyo de la Consejería de Educación podemos callar más voces”, asegura.
Fuera del sistema para ser más útil
En el año 2016 se “lío la manta en la cabeza” y pidió una excedencia al decidir que iba a ser más útil al sistema fuera de él, y formando al propio sistema. Por eso se hizo autónoma y empezó a crear proyectos y dar formación al profesorado y alumnado, también a institutos de la mujer y de igualdad, y al personal de administraciones públicas, entre muchos otros sectores. Llevaba tres años como autónoma cuando le ofrecieron la oportunidad de dirigir el Instituto Canario de Igualdad.
“Lo consideré como un reconocimiento a mi trayectoria como feminista, profesora, coeducadora y activista. Me lo pensé, porque estaba despuntando en mi trabajo, pero ese tren pudo más que cualquier otra cosa, y decidí lanzarme a esta aventura. Lo hice con el estómago encogido por el respeto máximo que sentía por la responsabilidad que iba a tener en mis manos, que impone mucho. Lo asumí y estoy muy contenta de haberlo hecho”, destaca.