Narvay Quintero, secretario ejecutivo de Sector Primario de Coalición Canaria y diputado nacionalista de AHI-CC-PNC
Hace diez años viví en primera persona mi primer volcán; en mi isla y en el mar. El alcance de aquella erupción fue muy diferente a la de esta; sin duda. Pero el miedo, la angustia y la preocupación que vivimos los herreños nos ayuda a ponernos en la piel de nuestros hermanos y hermanas palmeros. Su angustia es la nuestra como también su lucha por superar esta catástrofe será la nuestra.
Hace diez años, en El Hierro aprendimos una dura lección. Iniciamos una batalla porque ese volcán marino fue un duro golpe para los pescadores y el sector del buceo de La Restinga y. Como también este volcán de Cumbre Vieja ya lo es para los pescadores de Tazacorte. Aquella experiencia de hace diez años nos dio el conocimiento para saber cómo actuar, qué impulsar y cómo dar la mejor respuesta a un colectivo, el de nuestros pescadores, que vieron con impotencia cómo, desde mucho antes de nacer el volcán herreño ya sufrían sus consecuencias.
En aquella época, como senador, tuve la oportunidad de defender en la Cámara Alta una veda para los pescadores de la Restinga y aquella medida tuvo efectivos positivos para el sector. Ahora, con el valor que aporta la experiencia, esa puede ser una medida que dé respuesta a los pescadores, trabajadores del mar y pescadores recreativos de Tazacorte quienes desde hace más de 10 días no pueden faenar. Ellos son también víctimas del destrozo de este volcán sin nombre y a ellos hay que darles también una respuesta; su medio de vida, el alimento de sus familias está paralizado y una veda para la cofradía puede ser la respuesta que necesitan. Una respuesta rápida e inmediata que da respuesta a un sector concreto; un alivio para esas familias que les evitará sumar más dolor y angustia a su situación.
Los hombres y mujeres de la mar, como los del campo, son gente noble, trabajadora, solidaria y respetuosa con el medio; ellos y ellas, mejor que nadie, saben lo generosa y también lo dura que puede ser la naturaleza y estoy convencido de que es posible consensuar con los pescadores profesionales y recreativos de la isla una salida lo menos dolorosa social y económicamente y, al mismo tiempo, la más adecuada para recuperar la biodiversidad en las zonas afectadas.
Sé que no es fácil pensar ahora en la vuelta a la normalidad para el sector. Sé que en medio de tanto dolor, tanta angustia, tanto miedo y tanta preocupación el futuro se presenta oscuro; pero el sector de la pesca puede mirar a El Hierro y ver esperanza. No será fácil; pero sí posible.