Buenas noches. Me dirijo a ustedes desde la isla a la que han llegado, en estos tres meses, los deseos más nobles de las canarias y los canarios. En estas entrañables fechas, La Palma está presente en el corazón de las personas que habitamos las ocho islas.
Que esos buenos deseos se aviven de nuevo esta noche y se hagan realidad para afrontar juntos en el año 2022 la reconstrucción. Que la esperanza rebrote ahora más que nunca entre las familias que padecen las peores consecuencias de la erupción volcánica.
Sé que no hay alivio para quienes han perdido o han tenido que abandonar sus casas. Hogares que, en muchos casos, levantaron sus padres y madres; sus abuelas y abuelos, y donde residían los recuerdos y el legado familiar. Hogares que se construyeron para vivir aquí y seguir amando esta Isla Bonita.
Hemos redescubierto este año una fuerza de la naturaleza mucho mayor que la de un volcán; más sobrecogedora que la energía que mana de las entrañas de la tierra; infinitamente más duradera que los ríos de lava. Me refiero a la fuerza, la energía y el calor de un pueblo solidario, resistente y luchador como es el palmero. Que ha concentrado, en los peores momentos, la esencia de todo el pueblo canario.
Recuerdo la frase que escribió en una postal una madre de El Paso que ha estado junto a su familia en un hotel y que decía que el hogar para ella ya no era el sitio material en el que vivía. Que HOGAR (con mayúsculas) era el sitio en el que encuentras, como en ese hotel, respeto, amor y comprensión. Toda una lección de entereza.
O los niños de Todoque y de Los Campitos, en Los Llanos de Aridane, que ahora reciben clases en otro centro, porque los suyos fueron sepultados por la lava. Esas niñas y niños, que tienen 7 años, echaban de menos el huerto y las gallinas de su su colegio, o el esqueleto que tenían en la clase de Ciencias, al que llamaban Bruno. Su ilusión es pura energía para que volvamos a pensar en el futuro de esta isla, con nuevos colegios, con nuevos huertos y también con nuevos Brunos.
El volcán perdió la fuerza. Pero Canarias, no. Y no vamos a desfallecer hasta alcanzar nuestros propósitos.
Con la erupción terminada, debemos mirar un horizonte más esperanzador en el que nadie se vea obligado a abandonar el lugar donde proyectó su vida. Unidas, las personas y también las instituciones, haremos lo posible por mantener ese arraigo.
De momento, en solo tres meses, se ha conseguido algo difícil: adquirir ese bien constitucional que es la vivienda. Casi 100 pisos en la isla de La Palma que seguiremos entregando a quienes más lo precisan. A quienes están en los hoteles, en casas de familiares o con amigos. A quienes han perdido su única vivienda.
Soy consciente del dolor que existe. Del dolor que supone perder una casa, los terrenos, sus propiedades... Pero con ese dolor debemos saber aprovechar la oportunidad de relanzamiento de la isla de La Palma. Debemos hacerlo desde el consenso de las instituciones y con la participación activa de la sociedad palmera; con los procedimientos legales necesarios para la planificación. Con los fondos que van a llegar para apostar por la sostenibilidad. Con ello, podremos dedicar más recursos para que La Palma se pueda convertir en un ejemplo de urbanismo sostenible, de aprovechamiento de recursos naturales. De eficiencia, con más energía solar o con una mejora sustancial del ciclo integral del agua. En definitiva: una reconstrucción que potencie la belleza de esta Isla.
Estaremos siempre con La Palma.
Donde ha estado, está y seguirá estando la jefatura del Estado, con la preocupación permanente del Rey; el apoyo del Gobierno de España –con su presidente a la cabeza y de todos los ministerios–; el infatigable trabajo de cada una de las áreas del Gobierno que presido; la intensísima labor del Cabildo y los ayuntamientos afectados… y la solidaridad de todas las instituciones canarias, oenegés, voluntariado, empresas y, especialmente, ciudadanos y ciudadanas particulares que de forma desinteresada aportan esperanza a quienes sufren directamente los efectos de la erupción.
Como ha estado siempre la comunidad científica. Gracias a la ciencia y a la responsabilidad de los palmeros y las palmeras podemos afirmar que esta erupción ha terminado sin lamentar directamente daños personales. Lo cual es, sin duda, un éxito.
Es admirable también el trabajo del personal técnico, administrativo, psicosocial, ingenieros, fuerzas y cuerpos de seguridad, medios de comunicación… Y permítanme también subrayar el trabajo de los docentes de La Palma, que han garantizado el derecho a la educación en circunstancias muy difíciles, incluso habiendo perdido muchas de ellas y de ellos sus propias casas.
Y sí: superaremos el volcán de la misma forma que estamos afrontando, de nuevo en estas navidades, los efectos de la COVID, ahora con la variante ómicron. Y lo vamos a hacer con la capacidad de resistencia y la responsabilidad que el pueblo canario siempre ha demostrado. Estoy seguro de que, como hicimos con las cinco oleadas anteriores, también esta la vamos a superar. Y quiero reconocer –no me cansaré nunca de hacerlo– el empeño de todo el personal sanitario. Gracias por su magnífico trabajo.
Cierto que el virus se ha encontrado esta vez con nuestra más poderosa aliada, que es la vacuna. Canarias ha sido ejemplar en el cumplimiento de las normas y en la vacunación. Y ese es el mayor escudo del que disponemos. Con los elevados datos de contagios de las últimas semanas, si no fuera porque la inmensa mayoría ha ido a vacunarse, hoy estaríamos hablando de más muerte. De más restricciones. Y de más problemas económicos.
Estamos a punto de despedir 2021 y, mirando hacia atrás, este año hemos ido sobreponiéndonos a varias oleadas de COVID con avances sustanciales, por ejemplo, en empleo. Desde el mes de marzo hemos ido mejorando el dato del paro paulatinamente, hasta el punto en que, en noviembre de este año, el número de desempleados era casi el mismo que el que teníamos antes de la pandemia: menos personas en ERTE; más personas incorporadas al mercado laboral.
A finales de 2019, por primera vez en once años, Canarias estaba por debajo del 20% de tasa de desempleo.
Está en nuestras manos alcanzar, e incluso mejorar, esos datos.
Ahora bien, necesitamos el compromiso de todas y de todos. De quienes aún no se han vacunado. Solo les quiero recordar que se trata de un acto de solidaridad y de inteligencia. Que lo hagan por ellos y por ellas; y por los seres que aman. Que afronten la realidad y que confíen en la ciencia. El único dato empírico –el único hecho demostrado hasta ahora– es que lo que mata es el virus, y lo que salva vidas es la vacuna.
Y cuando, de manera definitiva venzamos a la COVID, podremos conseguir, con nuestro esfuerzo, un Archipiélago mejor.
Una Canarias de futuro que tiene una hoja de ruta marcada con el Pacto de los Jameos firmado en Lanzarote el pasado dos de diciembre. Se trata de la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible 2030, que nos compromete –desde lo individual a lo colectivo– a apostar, por ejemplo, por la igualdad. Para que en el 2025 la brecha salarial entre hombres y mujeres esté por debajo del 5%, porque hoy tenemos un insostenible 14%. O que la pobreza comience a ser erradicada y estemos por debajo de un 17%.
Es la Canarias que queremos ser. Con más oportunidades. Para que podamos experimentar una verdadera transformación digital. Que mire al exterior para impulsar la colaboración en países en desarrollo, cuya población se ve obligada a abandonar sus casas, sus familias. Esa es una manera efectiva de afrontar el fenómeno de la migración, que tantas vidas se cobra en el océano que nos rodea.
La Canarias que queremos ser, en definitiva, es más justa; y más comprometida con el medioambiente. Que se coloque a la vanguardia en el uso de energías limpias, el tratamiento de residuos y en una movilidad más sostenible.
Tenemos un plan, tenemos una hoja de ruta y tenemos también unos recursos económicos ordinarios y extraordinarios –estos últimos de Europa, como el programa Next Generation– para hacer realidad en los próximos años la Canarias que queremos ser.
Hay herramientas que, si sabemos aprovechar en los años venideros, servirán para que tengamos una Canarias más próspera.
Hay motivos para la esperanza.
Que el que empieza sea un año de bonanza para las ocho islas. Y que sea mejor que el año que estamos a punto de despedir.
Canarias se lo merece.
Buenas noches desde La Palma. Y Feliz Año 2022.