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Martes, 26 Abril 2022 13:51

2RC Teatro presenta su estreno en el Cuyás de ‘El jardín quemado’, de Juan Mayorga

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  • El texto, que fue escrito en 1999 por uno de los dramaturgos más reconocidos del panorama teatral español, verá la luz los próximos 13 y 14 de mayo en el recinto del Cabildo

 

  • Dirige el espectáculo Rafael Rodríguez y lo protagonizan Miguel Ángel Maciel y Nuhr Jojo

 

Las Palmas de Gran Canaria, 26 de abril de 2022.- 2RC Teatro Compañía de Repertorio estrenará el próximo mes de mayo en el Teatro Cuyás ‘El jardín quemado’, obra del afamado dramaturgo Juan Mayorga.

El estreno, que está previsto en el recinto del Cabildo los días 13 y 14 a las 19.30 horas, y cuyas entradas se encuentran ya a la venta, ha sido presentado este martes por la consejera de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Guacimara Medina, el director de la compañía y del montaje, Rafael Rodríguez, y sus protagonistas, Miguel Ángel Maciel y Nuhr Jojo.

‘El jardín quemado’, cuya puesta en escena ha sido concebida, según Rodríguez, como “una propuesta teatral entre el thriller y la poética del pensamiento de Mayorga”, transcurre a finales de los años 70, cuando Benet, una joven psiquiatra recién salida de la facultad, llega al sanatorio de San Miguel, instalado en una aislada isla, para aplicar nuevos métodos terapéuticos y, sobre todo, para descubrir la verdad que esconde en su interior.

Las sospechas que el centro psiquiátrico funcionó como presidio durante la Guerra Civil y de que su actual director, el doctor Garay (Maciel), protagonizó actos injustificables y crímenes de guerra, llevan a Benet (Jojo) a interrogar a los internos con el único fin de desenmascarar lo ocurrido.

Pero la realidad que va apareciendo no es exactamente la que esperaba, y durante su proceso de búsqueda, los criterios morales e ideológicos de la joven se van derrumbando poco a poco.

Junto a Maciel y Jojo, completan el reparto Ángel Cabrera (Don Oswaldo), Sergio Placeres (Pepe), José Trujillo (Máximo Cal), Pepe Bautista (hombre-estatua), Rafa Sánchez (Calatrava) y Borja Texeira (Néstor), mientras que Jonay Armas firma la música, Luis O’Malley asume el diseño del espacio sonoro, Ana Perera, el atrezzo y la regiduría y Raquel Artiles y Cristina Hernández, la producción. Por su parte, Rosa Marañón se encarga del maquillaje, Beatriz Rodríguez ejerce como ayudante de dirección y la iluminación es de Iban Negrín. Por último, la escenografía y el vestuario son obra de Carlos Santos y Juan Carlos Martín, respectivamente.

Profundidad

 

El texto fue escrito en 1999 por Juan Mayorga, autor de algunas de las obras más destacadas del teatro español de los últimos años: ‘Siete hombres buenos’, ‘Hamelin’, ‘La tortuga de Darwin’, ‘El cartógrafo’, ‘Reikiavik’, ‘El mago’, ‘La intérprete’, ‘Alejandro y Ana’, ‘Shock’ I y II…

Mayorga, del que próximamente también se exhibirá en el Teatro Cuyás ‘El Golem’, está considerado como uno de los dramaturgos más importantes de nuestro país.

Según el director, Rafael Rodríguez, “la elección de '’El jardín quemado'’ obedece al deseo de seguir profundizando en el teatro de Mayorga”, que califica como “un teatro de recovecos emocionales, de síntesis argumental y de pensamiento profundo” en el que “las taxonomías generales no existen y todo puede ser puesto en duda, hasta nuestras creencias más profundas”.

Esta apuesta obedece también a la voluntad de “seguir rebuscando en nuestra memoria histórica, seguir escarbando en ese episodio que fue la Guerra Civil y en esa sociedad que se construye entre vencedores y vencidos, una sociedad que aún no ha terminado de cerrar las costuras de ese traje roto: el dolor, la búsqueda de aquellos que desaparecieron, la mirada atrás desde el presente, el tiempo detenido y el desconocimiento, sí el desconocimiento, de lo que realmente ocurrió y que forman esas cenizas de ese jardín quemado del sanatorio de San Miguel”, expresa el director.

Rodríguez, quien dice sentirse atraído, por ejemplo, por la idea de “desbrozar en el escenario” la metáfora del hombre-estatua, el personaje que abre y cierra la función. A su juicio, es la “metáfora de quien sabe pero no contesta, de quien sufrió pero no juzga, de quien vive pero que se ha convertido en mera estatua fría y distante que sirve para la simple contemplación de visitantes y paseantes y que esconde respuestas a preguntas sin contestación”, concluye.