- El artista que filmó en 1975 una película inspirada en el poema dramático de Alonso Quesada, cambia impresiones con el director de escena Quino Falero, que en noviembre estrena en el Teatro Cuyás su versión fundada en el movimiento de la danza contemporánea
Las Palmas de Gran Canaria, 27 de octubre de 2022.- El artista Pepe Dámaso contaba con 42 años cuando se puso al frente de la dirección de su película ‘La Umbría’, inspirada en el poema dramático escrito por Alonso Quesada en 1922. Durante varios días de rodaje y con un equipo técnico en el que figuraba como cámara el realizador Ramón Saldías o el famoso peluquero Pepe Juan, Dámaso rodó en 1975 en la casona Las Longueras que la familia de Agustín Manrique poseía en el Valle de Agaete, un filme al que luego puso música el maestro Juan José Falcón Sanabria.
Todos los actores eran amateurs y procedían del municipio de Agaete. Entre la etnografía y el delirio ‘La Umbría’ cuenta la historia de una familia perennemente vestida de negro y aquejada por la tuberculosis, que vive encerrada en una mansión que opera como un recinto opresivo y asfixiante. El creador Pepe Dámaso, que en diciembre cumplirá 89 años, se refirió a las claves de esta emblemática película tras su exhibición en CCA Gran Canaria Centro de Cultura Audiovisual, con el director de escena lanzaroteño Quino Falero, que estrenará los días 25 y 26 de noviembre en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria, el montaje de danza contemporánea inspirado también en la obra de Alonso Quesada.
Falero reconoce que la cinta de Dámaso “ha sido uno de los materiales de trabajo en los que he hurgado ineludiblemente para componer el montaje ‘La Umbría’, que he complementado con conversaciones muy saludables llevadas a cabo con el propio artista”. Dámaso se congratula de que, tras su serie pictórica y audiovisual inspirada en la obra de Quesada, el circulo se cierre ahora, casi cincuenta años después, con la producción de danza contemporánea que dirigirá Quino Falero.
A Falero le ha interesado explotar en su montaje, como no podía ser de otra manera, el universo de la muerte y las múltiples dicotomías que se dan en la obra de Quesada y que Dámaso también reflejó en su película. “Las sombras y la luz, la muerte y la vida… mi imagen de ‘La Umbría’ siempre ha estado ligada a la película”, advierte el director de escena, cuya intención es formular en su entrega “una conmovedora versión que combina la estética del cuerpo y la verdad del juego escénico, en una propuesta que persigue agitar la emoción del espectador”.
Para Dámaso, que confiesa que tuvo interés inicialmente en los años 70 del siglo pasado de levantar la obra para teatro antes que para cine, ‘La Umbría’ “tiene mucho gato encerrado. Uno de sus éxitos fundamentales es que está rodada en 16 mm y que el tiempo ha pasado muy bien por ella. Es muy actual aún hoy en día”, añade. “Cuando la rodé me vi protegido por muchos elementos de Agaete. Fui muy fiel al lenguaje literario de Alonso Quesada y me adapté a su espíritu. En esta película se observa el simbolismo de las imágenes en una época en la que quizás estaba influenciado por el cine de Bergman”, señala Dámaso.
Para muchos, el trabajo de Dámaso se muestra como una inmersión en la vida rural y sus gentes, imbuido en extravagantes visiones a medio camino entre el cine de autor y las producciones de la Hammer, fantasmas de antepasados, paisajes imponentes y veladas imposibles. Cabe destacar que los negativos de las dos primeras películas realizadas por Pepe Dámaso, 'La Umbría' (1975) y 'Requiem para un absurdo' (1976), integradas en la serie denominada ‘Trilogía de Agaete’ a la que se suma ‘La Rama (Collage) (1988), se encontraban en paradero desconocido hasta que Filmoteca Canaria pudo localizarlos en las filmotecas del País Vasco y Cataluña, respectivamente.
Según ha explicado Quino Falero, ‘La Umbría’ retrata “la enfermedad, el miedo, la muerte y sus fantasmas en el marco de una isla atlántica durante la segunda década del siglo XX. La producción que se será estrenada en el Teatro Cuyás convierte en música el sentimiento de Quesada y la situación de sus personajes, mientras que la música ayuda a sublimar la poesía que el autor transmite en este poema dramático y la danza a generar un ambiente de ensueño y de misterio como dos recursos relevantes del espectáculo. El tratamiento de los personajes se plantea desde una posición muy definida. El misterio, la hipérbole o la quietud componen a los personajes de este drama en el que Quesada también retrata a la asfixiante sociedad de su época, las relaciones de poder y familiares o el tema de la emigración”, concluye Quino Falero.