El trovador y compositor mexicano actúa en varios municipios de la isla junto a Los Leones de la Sierra de Xichú y Descendencia López
Hace más de cuatro décadas que el trovador y compositor mexicano Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichu publicaron su primer disco, ‘Los trovadores de Rioverde, Sanciro y Xichu’. Desde entonces, uno de los máximos representantes del movimiento de la nueva canción mexicana y de la música tradicional, no ha cesado de difundir por medio mundo el huapango arribeño y las valonas a través de sus décimas improvisadas. El músico se afana en recordar que “México no sólo es la rapacidad política, el narco o la sordidez, sino también su rica y luminosa tradición oral”.
Velázquez, acompañado de su grupo al que suma el talento de otra formación de su país como es Descendencia López, un trío de jóvenes músicos que destaca en el panorama tradicional mexicano, recorre estos días algunos de los municipios de la isla de Gran Canaria como cabeza de cartel de la XVIII edición del Encuentro de Repentistas ‘Verseando con Ingenio’ que hasta el próximo día 4 de febrero tendrá lugar impulsado por la Asociación Cultural Coros y Danzas de Ingenio (que este año cumple sus 75 años de historia) junto con la Asociación de Verseadores Canarios Ochosílabas y la Fundación Canaria Nanino Díaz Cutillas que gestiona la Consejería de Cultura del Cabildo grancanario.
Actuaciones en Gran Canaria
Esta noche, día 26 de enero, se subirá al escenario de la Plaza de la Candelaria de Ingenio (20:30 horas), para inaugurar este evento, que contará también con una nutrida representación de verseadores y músicos grancanarios. El día 27, tras su participación en la ofrenda en honor a la Virgen de Candelaria y en una nueva edición del Baile de Taifas que se celebrará en la plaza matriz de la Villa de Ingenio, Guillermo Velázquez ofrecerá su segundo concierto en el Teatro Hespérides de Santa María de Guía (20:00 horas), en el marco del IX Encuentro de Verseadores Ciudad de Guía. A las citadas actuaciones se suman las del 2 de febrero en Tejeda, el 3 en Moya y el 4 en el Valle de Agaete.
Guillermo Velázquez, que el pasado año fue galardonado con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2023 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares que otorga el gobierno mexicano, estima que dicha distinción “es también para la multitud de creadores que han practicado la poesía oral a lo largo de todos los tiempos, porque esta tradición nuestra tiene vínculos históricos, desde luego, con la juglaría medieval o más atrás aún con los griots africanos, los rapsodas y los aedos que encontramos por lo menos cuatro o cinco siglos antes de Cristo. Una tradición es resultado y fruto permanente de quienes la ejercemos y de todas las personas que se involucran en ella de una u otra manera”, explica.
Guillermo Velázquez tuvo su primer contacto con el huapango arribeño a los seis o siete años. En las topadas populares, expresión máxima de esta tradición, absorbía como una esponja aquellos duelos poéticos interminables hasta que más tarde pudo ir diferenciando lo que era una décima, un son, la estructura de un jarabe y de una sextilla, una valona, el ingenio de la improvisación y el valor de la memoria… Durante nueve años ingresó en un seminario en el que clandestinamente oía a los Beatles, Dylan, Leo Dan, Juan Manuel Serrat y Óscar Chávez, hasta que en 1978 tuvo ocasión de protagonizar su primera topada. Desde entonces hasta la fecha.
“Tomé la decisión a los treinta años de separarme del seminario y entregarme al cultivo de la sensibilidad ayudado por dos poetas de Xichú, Bartolo Rivera y Pánfilo Alvarado. Lo de la improvisación es una cuestión, primero de vocación, de pasión, y luego de desarrollo, entrenamiento y perseverancia, porque el improvisador nace haciéndose. No se trata de un don sobrenatural, sino de la energía que te proporciona el oficio”, agrega el trovador huapenguero mexicano.
“Soy un animal sensible en el arte. He volcado mi sensibilidad en el huapango arribeño y en la poesía oral. Alrededor del eje de la tradición gira mi vida. Cuando empecé jamás pensé que iba a salir del lugar en el que vivo en Xichú, uno de los 46 municipios que conforman el vasto estado mexicano de Guanajuato. Como les ha ocurrido a otros muchos trovadores en el mundo de habla hispana de pronto se nos abrió una puerta para darnos cuenta de que no estábamos solos en las regiones de cada país en donde vivíamos”, añade.
“Nuestra tradición no es rigurosamente repentista y nuestra poesía abarca multitud de temáticas. Antes de que en esta región irrumpiera el progreso y las escuelas, los trovadores éramos maestros ambulantes de la tradición”, explica Velázquez que vivió la ebullición política generada en Latinoamérica durante el siglo pasado con la revolución cubana o sandinista, por ejemplo. “El trovador que sube al tablado debe unir el presente y el pasado con el nudo de la poesía porque lo antiguo y lo actual no son excluyentes, y a cada generación de trovadores le toca integrarlos. Recibir lo entregado y entregar lo recibido, pero actualizado, dignificado y preservado. Hago crónicas con mi poesía de los procesos migratorios hacia el norte, del acontecer social y político. Hay ímpetus que a su vez alumbran muchas cosas. Me tocó hacer crónica de los sexenios de López Portillo, Zedillo, Calderón, Peña Nieto, hasta el presente momento”. No tengo temas excluidos de mi interés”, concluye Guillermo Velázquez.