· El público agota en pocas horas el cupo de inscripción para el taller que impartirá en el citado centro, a partir del día 8 de abril, la restauradora de documentos Cruz Lorenzo
Las Palmas de Gran Canaria, 5 de abril de 2024.- Al poco de abrirse el periodo de inscripción previsto para el taller de encuadernación artesanal que impartirá en la Biblioteca Insular de Gran Canaria la restauradora de documentos gráficos, Cruz Lorenzo, el público interesado agotó el cupo previsto para esta iniciativa impulsado el citado centro de la Plaza de las Ranas. Ha sido tal la demanda que los promotores de esta primera experiencia han creado una lista de reservas para sus próximas ediciones.
Del 8 al 12 abril tendrá lugar en horario de tarde esta propuesta que ha despertado un enorme interés entre la ciudadanía y que permitirá a los inscritos en el taller que puedan realizar el proceso de encuadernación de manera autónoma en sus casas con los recursos a su alcance. “La importancia de estos talleres radica en que las personas aprendan disciplinas diferentes de las convencionales y que vean la utilidad que pueden llegar a tener en su vida”, apunta la restauradora Cruz Lorenzo, que hace unos años halló un auténtico tesoro por accidente en los fondos de la Biblioteca Insular de Gran Canaria, un valioso ejemplar fechado en 1540 en Venecia de Girolamo Savonarola.
Lorenzo, que desde 2004 ejerce como restauradora del Cabildo grancanario para la Casa Museo Pérez Galdós y la Biblioteca Insular, señala que durante la semana del taller los usuarios aprenderán a encuadernar todo tipo de trabajos, desde los académicos a los personales, pasando por los álbumes de fotos familiares. La formación estará adaptada a las necesidades de cada persona partiendo de unos elementos prácticos comunes.
Otros de los objetivos de este taller es que las personas conozcan los daños más comunes que padecen los libros y la manera de evitarlos, así como el valor de la profesión de la restauración. “Los daños más frecuentes son una mala manipulación que puede ocurrir en las mismas bibliotecas, defectuosa conservación que acelera la acidez o daño de origen, el contacto con la humedad del aire, con el oxígeno, el calor o las radiaciones lumínicas que provoca reacciones químicas en los distintos componentes del soporte, de las tintas o ambos. Estas reacciones crean nuevos compuestos y debilitan el soporte hasta el punto de provocar su desaparición”, comenta Cruz Lorenzo.
“Este taller va a permitir a las personas conocer de primera mano uno de los procesos que llevamos a cabo los restauradores. En la actualidad hay un gran desconocimiento que infravalora esta profesión que parece solo tener valor para la gente que realmente ama los libros y todo el proceso e historia que llevan en sus hojas. Por otro lado, la gente no conoce las limitaciones geográficas que existen para obtener la materia prima y lo laborioso y meticuloso que se produce en cada proceso. Además, hay que estar constantemente reinventando las formas de trabajo y adecuándolas a cada libro, sus características e historias. Es un trabajo maravilloso que te llena de alegrías y tesoros. En mi caso la más llamativa fue sin duda encontrarme con un auténtico tesoro por accidente en los fondos de la Biblioteca Insular de Gran Canaria, un valioso ejemplar fechado en 1540 en Venecia de Girolamo Savonarola”, subraya la restauradora.
Conservación y restauración
“Aunque son procesos completamente diferentes, son esenciales y básicos en la vida de un restaurador. Para mi trabajo es fundamental la conservación, lo que alarga la vida de los libros y permite que más generaciones disfruten de ellos. Lo más importante es conservar el interior de los libros y además podemos conocer su historia por el proceso de encuadernación o restauración, y eso es fundamental para conocer la historia del libro. Mantener la información que hay en cada ejemplar es el objetivo principal. Asimismo, es importante que la gente conozca que hay conexión entre el restaurar y lo que está restaurando, una conexión casi mística”, añade Lorenzo.
“Cada libro tiene su propio tratamiento. Aunque sean libros iguales la restauración de cada uno conlleva un tratamiento diferente: son como las personas. Por ejemplo, en el caso de ejemplares con hojas artesanales el tratamiento restaurador es único para cada hoja debido a que no hay ninguna igual. Casi todos los libros se pueden restaurar. Los libros contienen acidez en su papel y eso nos obliga a aislarlo y protegerlo en estuche, con cuyo proceso ayudamos a ralentizar su deterioro. La función es retrasar ese envejecimiento, alargar su vida de la manera menos invasiva posible”, concluye Cruz Lorenzo.