- La realizadora grancanaria, que estrenó su última película en la Berlinale y la presenta estos días en Cartagena de Indias, obtuvo dos premios Biznaga de Plata en Festival de Málaga
- La erupción del Tajogaite proporciona un clímax muy especial a una historia cuidada en los tiempos y la atmósfera, que atrae al espectador hacia un entorno con reminiscencias del western clásico en el que evolucionan las tres mujeres protagonistas
- El primer pase de La hojarasca se proyecta este viernes, 19 de abril, en el Cine Yelmo Las Arenas
Las Palmas de Gran Canaria, jueves 18 de abril de 2024. Un conflicto, el amor inherente a la familia y un clímax tan volcánico en el fondo como reposado en las formas sostienen el hilo narrativo de La hojarasca. Esto es, la última película de la realizadora Macu Machín, que se proyecta en su primer pase este 19 de abril (Cine Yelmo Las Arenas, 19:30 horas, Sala 6), primer día del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria 2024, dentro del apartado de largometrajes incluido en la sección Canarias Cinema. La realizadora isleña se mueve en ese tono tan suyo en el que combina el cine documental puro con la fábula y las emociones más profundas del ser humano, en un contexto muy particular y con unas protagonistas aún más especiales: sus tías, su madre y sus tierras familiares en La Palma. La historia queda sellada por la erupción del Tajogaite, aunque tan auténtico como esas imágenes con el volcán de fondo es el recorrido emocional del film.
La hojarasca, producida por El Viaje Films, se estrenó en la Berlinale, en donde Machín vivió una experiencia “insólita y gratificante”. “Empezar en Berlín acompañada de mi propia familia era como un cierre precioso a este ciclo de compartir el hacer cine con los míos, una aventura muy bonita”, confiesa. Después, la película obtuvo dos premios Biznaga de Plata (Mejor Película y Mejor Dirección), en la Sección Zonazine del Festival de Málaga, lo que la directora grancanaria ha percibido como “un empujón muy bonito, supongo que esto beneficiará a la película en su recepción”. Además, en estas fechas presenta su obra en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), en Colombia, antes de regresar a su isla para estar presente en esta nueva edición del LPA Film Festival.
Carmen Machín y Maura Pérez, tías de la realizadora, y Elsa Machín, su madre, viven un conflicto en torno a la herencia de sus tierras, que les fueron dadas a su familia de una manera propia de la fábula más canónica. Ese es el punto de partida que propone Machín en la película, en un entorno “que tiene reminiscencias del cine clásico, del western clásico”, pero en la isla de La Palma. En el recorrido de la docuficción se aborda la enfermedad, la vejez, el paso del tiempo. También el amor que sostiene intrínsecamente a la familia, con un ritmo definido por la propia naturaleza que proporciona el contexto y las rutinas de las tres mujeres en el lugar.
Para Macu Machín, era “fundamental hacer esta película con mi madre y con mis tías, desde el inicio. Sin ellas este proyecto no tenía sentido, y mis referentes estaban ahí. Sí, descubres como el amor puede estar debajo de los desencuentros. Ellas han sido una inspiración para mí, no solo para la película. Al final, ha sido todo un regalo, un proceso de crecimiento vital”.
La película se rodó en varios momentos distintos, según explica la directora. Primero, entre octubre y noviembre de 2020, “cuando pudimos salir del confinamiento. Pero el proceso de rodaje tuvimos que cortarlo por problemas de salud familiar. Ingenuamente pensamos que podíamos regresar en febrero 2021, pero sucede que la gente se va enfermando, casi en cadena. Y era muy complicado programar todo”. El proyecto se retomó sobre el terreno en otoño de 2021, “y pensé que era estupendo, porque estábamos en los mismos ciclos de la vida en torno a la tierra, también con el vareo de las almendras”, recuerda Machín. Pero claro, en septiembre explotó el volcán palmero.
“Supimos que teníamos que ir a rodar. Sin saber mucho cómo lo íbamos a hacer, pero intuyendo perfectamente donde podía encajar, al final, como una especie de catarsis, de clímax. Por seguridad solo pudimos trabajar una semana”, cuenta la realizadora. El volcán era algo que "lógicamente no tenía previsto que sucediera. Pero cuando explotó me pareció que orgánicamente encajaba perfectamente con la estructura de la película, porque yo ya había estado trabajando con elementos de la naturaleza desde el inicio".
“El viento, la lluvia o las tormentas”, agrega Machín, “tenían ese componente muy propio del romanticismo alemán, de la pintura romántica, en donde la naturaleza expresa todo lo que los seres humanos son incapaces de poner en palabras, especialmente cuando se trata de sus propias emociones”. Con la nueva circunstancia, “tuvimos que entretejer este nuevo personaje de la película, el volcán, con las propias protagonistas. El problema consistía en cómo redimensionarlo a la escala humana, en la historia que estaba contando. No quería que le robara protagonismo. Ese para mí fue el mayor reto”, asegura la cineasta grancanaria.
“Para mí, todo es verdad en la película”
En cuanto al género que maneja en La hojarasca, Macu Machín, admite que “no sé muy bien si esto es un documental que deriva en ficción o al revés. Estoy tan intrínsecamente unida a todo lo que sucede en la película que para mí todo es verdad”. Y es que “por mucho que construyéramos un pequeño marco en el que ellas jugaran a interpretar algo, la idea era que eso fuera como un resorte, un detonante que ayudara a expresar otras cosas que me parecían más interesantes. Que son verdaderas y que definen a los personajes”.
“Ha sido muy bonito jugar entre la ficción y el documental”, expresa la directora. “Hay partes que son observaciones, hay momentos muertos en los que se está preparando el set y ellas están sencillamente esperando, sin marcas, ni indicación”, cuenta. Y esos elementos “que son muy narrativos desde el punto de vista cinematográfico, me ayudaron mucho para poder distanciarme de la historia, porque al fin y al cabo yo soy la hija y la sobrina de las protagonistas. Al situarlo todo en un lugar como muy fabulado”, apunta Machín, “me permitía colocarme fuera y valorar esas reacciones, esas respuestas que se daban. Así podía pensar, en el tono, en el tiempo y en la atmósfera, que para mí es tan importante en esta película”.
La hojarasca integra el apartado de largometrajes programado dentro de la sección Canarias Cinema en esta edición número 23 del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, en la que también se proyectan Un volcán habitado (David Pantaleón y José Víctor Fuentes), Una casa en el pueblo (Domingo J. González) y Voy a desaparecer (Coré Ruíz). El público tiene disponibles dos pases de cada uno de estos títulos.
Toda la programación del festival está disponible en su web oficial, lpafilmfestival.com.