Adela Álvarez Hernández - Concejala de Igualdad del M.I. Ayuntamiento de Telde
Telde, a 25 de noviembre de 2024. Cada 25 de noviembre el mundo alza su voz para recordar una de las luchas más urgentes de nuestra sociedad: erradicar la violencia de género. En este día se nos invita a reflexionar sobre los pasos que hemos dado y los desafíos que aún enfrentamos en la construcción de una sociedad más justa, donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y miedo.
Este no es solo un día para conmemorar, sino una oportunidad para renovar nuestro compromiso colectivo. La violencia de género no es un problema privado, sino una herida social que nos afecta a todos. No podemos permitirnos mirar hacia otro lado. Es responsabilidad de cada persona, cada institución, actuar con determinación para erradicarla.
Si bien los avances en legislación, educación y concienciación han sido significativos, las cifras todavía son alarmantes. Miles de mujeres en todo el mundo siguen enfrentando situaciones de abuso físico, psicológico, económico o sexual, muchas veces en silencio, atrapadas por el miedo o la indiferencia de su entorno.
El cambio comienza con pequeñas acciones cotidianas: educar a nuestros hijos e hijas en igualdad, denunciar cualquier forma de maltrato y apoyar a quienes tienen el valor de romper el círculo de la violencia. Pero también la necesidad de políticas públicas más efectivas, un sistema judicial que proteja a las víctimas y una sociedad civil comprometida con la igualdad y el respeto.
En un mundo donde los discursos de odio y la normalización de ciertas formas de violencia aún persisten, la eliminación de la violencia contra las mujeres no puede ser solo tarea de un día. Debe ser una causa permanente, una prioridad para gobiernos, comunidades y para cada uno de nosotros.
No es suficiente con no ser cómplices. Debemos ser activistas en la construcción de un entorno seguro para todas las mujeres. El silencio y la pasividad sólo perpetúan el problema.
Así, en este 25 de noviembre, honremos a quienes ya no están y apoyemos a quienes siguen luchando. Porque la violencia sobre las mujeres no es inevitable; es una injusticia que podemos y debemos erradicar. Cada acción cuenta, cada voz importa.
Es momento de transformar el dolor en un grito colectivo por la igualdad y la justicia.