Vistiendo sus mejores galas, incluso estrenando traje como se hacía antaño, la vecindad de Maspalomas y parroquianos de San Fernando salieron este martes a la calle para celebrar en amistosa armonía la festividad de su santo patrón y, al mismo tiempo, conmemorar juntos el Día de Canarias.
Aprovechando el puente festivo, al día principal de San Fernando se unieron este año numerosos vecinos de Las Palmas con apartamento en el Sur; muchos estudiantes universitarios de la localidad que no quisieron faltar a la cita conmemorativa de su pueblo pese a la cercanía de los exámenes finales, y también gran cantidad de turistas que fijan de antemano sus vacaciones para hacerlas coincidir con esta celebración y aprovechar sus actos culturales y gastronómicos.
Los actos de esta jornada dedicada a San Fernando se iniciaron a las 11:30 horas con una iglesia repleta de fieles. Cerca de un millar de almas se congregaron para escuchar el Evangelio según San Mateo y participar en la misa cantada que presidió el párroco de San Antonio Abad (Tamaraceite), Jorge Luis Martín de la Coba, y concelebrada por casi una veintena de sacerdotes procedentes de toda la Isla. Entre ellos el ex párroco local y ahora rector del Seminario Diocesano de Canarias, Salvador Santana, que tampoco quiso perderse esta cita.
En la homilía, Martín de la Coba apuntó que los cristianos, “en medio del pesimismo de muchos y ante los problemas y retos sociales, están llamados a ofrecer el sabor de la esperanza y el optimismo, en sí mismos y en la humanidad”. Dirigiéndose a los jóvenes, el cura oficiante instó a los jóvenes que buscan lo absoluto y el sentido y la plenitud de la existencia, “que no se contenten con nada que esté por debajo de los ideales más altos”, y que no se dejaran desanimar “por los decepcionados de la vida que se han hecho sordos a los deseos más profundos y más auténticos de su corazón”. “No se resignen a las diversiones sosas y desabridas, a las modas pasajeras y a los proyectos insignificantes. Si se mantienen firmes y confiados, sabrán evitar la mediocridad y el conformismo”, dijo.
A la hora de la eucaristía, cuando el alto sol del mediodía comenzaba a irradiar sobre las vidrieras del techo del templo y éstas a reflejar sus múltiples colores iluminando la imagen del Cristo crucificado y también la talla de San Fernando, en el aparcamiento del colegio viejo de Maspalomas ya se estaban cargando de leña y carbón los ocho bidones parrilleros del tradicional asadero, se salaba el pescado, se preparaban los equipos de sonido para el baile del solajero, y ya había una fila con medio centenar de personas haciendo cola esperando por el inicio del tenderete.
El asadero
En las distintas tareas de preparar el condumio, como siempre desde que se iniciaran las Fiestas de San Fernando hace ya cerca de 40 años, una tropa de treinta amigos vecinos y vecinas del pueblo comandados por Aniceto Pérez Franco, luciendo en esta edición una camiseta identificativa nueva, con el nuevo logotipo turístico promocional de Maspalomas.
El asadero no comenzó hasta que finalizó el recorrido de la procesión de San Fernando ‘El Chico’ y de la talla de la Virgen del Carmen por las avenidas de Tejeda y Tunte, y por las calles Camellero Juanito García y Lanzarote, en una comitiva custodiada por miembros de la Policía Local y Protección Civil, y encabezada por los músicos de la Banda La Salle, de Agüimes, y su cuerpo de majorettes.
En el tradicional asadero de pescado, cada miembro de la organización en su puesto y todos encomendados al cumplimiento de una misión. Incluso el alcalde Marco Aurelio Pérez y los concejales de la Corporación se arremangaron para echar una mano en la tarea de servir y repartir los platos de comida a los participantes.
Este año se ofrecieron más de 3.000 raciones de almuerzo, que se confeccionaron con 700 kilos de sardinas y caballas de El Pajar. Se sazonaron con 10 kilos de sal y se emplataron con algo más de 300 kilos de papas nuevas arrugadas donadas por Frutería Benito Álvarez de El Tablero; unos 100 kilos de pella de gofio servidos por la Tienda de Roque, el del Poblado, diestramente amasada con agüita de naciente y unos chorritos de ron para darle sabor al gusto, y cerca de 170 litros de mojo.
Para amansar el calor del asadero, donde se emplearon unos 200 kilos de carbón y casi 900 kilos de madera podada, la organización repartió 600 litros de cerveza Tropical y más de 1.500 litros de Clipper de fresa y Seven Up. Además, la comisión presidida por Benito Pérez Franco repartió entre los comensales unos 3.000 sombreros de palma donados por Hospiten. Durante la comida, los asistentes disfrutaron de una verbena amenizada por la Orquesta Leyenda Joven y el Dj local Javi Ravelo.