- La exposición, que reúne la obra de 20 artistas vinculados a la centenaria Escuela Luján Pérez, se exhibe en la Casa Saturninita del 6 al 20 de julio
Las Palmas de Gran Canaria, 5 de julio de 2018.- El Departamento de Artes Plásticas de la Consejería de Cultura del Cabildo grancanario exhibe desde el día 6 y hasta el 20 de juluio, en la Casa Saturninita de San Bartolomé de Tirajana (calle Artenara, s/n) la muestra colectiva organizada con motivo del centenario de la fundación de la Escuela Luján Pérez, ‘Construcción y mar’.
La mencionada exposición, que reúne la obra de veinte artistas cuyas trayectorias han estado vinculadas a la mencionada escuela, cuenta con la colaboración de la Concejalía de Cultura de San Bartolomé de Tirajana y forma parte del Circuito de Arte ‘Itineraria’ del Cabildo que traslada por los municipios de la isla varias exposiciones. ‘Construcción y mar’ puede visitarse gratuitamente de lunes a viernes, de 9.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 21.00 horas.
A través de esta colectiva el visitante puede apreciar no sólo la obra de cada uno de los trece creadores y creadoras que forman parte de su nómina, sino el espíritu del conjunto de valores que implantó hace cien años la Escuela Luján Pérez, inspirados en el entorno cultural y paisajístico de la isla. La muestra ofrece obras de Rufina Santana, Anselmo Sánchez, Guacimara Melián, Yolanda Graziani, Pino Ojeda, Josefa Padilla, Vanesa Gaze, Carmen Ausina,
Brigitta Edemborg, Noelia Alí, Conchy Rivero, Manolo Ruiz, Juan Betancor, Himar Suárez, Juan Báez, José Luis Navarro, Paco Ramírez, Joaquín Alvarado, Ulises Parada y Juan G. Manrique de Lara.
En aquella idea de subsanar el vacío estético latente que se hacía sentir en tiempos de su fundación (1917-1918) todo aquello que nos representaba y que nos hacía ser quienes éramos, como pueblo, como sociedad, nuestro entorno… era susceptible de ser interpretado en el lienzo frente al escenario ultra-periférico alejado del continente.
El mar, sin duda alguna, ha sido una de las grandes fuentes de inspiración para el arte desarrollado en las Islas y, especialmente, para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cuyos límites se funden con el océano, dando lugar a construcciones inverosímiles. Terreno ganado al mar, casas levantadas en los mismos bordes de los acantilados, arquitecturas recomidas por el salitre, avenidas reventadas año a año por el oleaje… ¿límite o apertura al ancho mundo?
Las obras que se reúnen en esta exposición son reflejo de esta convivencia necesaria. Ese océano abrazado a una ciudad que lo acoge, es la historia de un amor correspondido. Una circunstancia que ha dado lugar a algunas de las visiones plásticas más originales que se pueden derivar del mismo asunto, como son las espumas microscópicas de Yolanda Graziani, las perspectivas abismales de Conchy Rivero o las formas imposibles de Rufina Santana. En otros casos, sin embargo, el lirismo se eleva a altas cotas con las formas imprecisas de Pino Ojeda en Atolón (1968), por ejemplo, o en Paisaje (2014) de Vanesa Gaze Martín, donde las formas se diluyen en los distintos planos entre “ríos de tinta”.
Otros artistas, como Anselmo Sánchez Palacios, hallan el abismo en el interior del propio océano, mientras que con Joaquín Alvarado o Paco Ramírez, llegamos a la abstracción total.
En cuanto a las ideas de construcción e identidad, como notas frecuentes en las creaciones de los artistas vinculados a la Escuela, son precisamente las características casas obreras las que toman protagonismo. Resulta curioso ver cómo en algunas obras, como son Territorio Urbano (1994) de Juan Báez, más realista, o Visión (2008) de Manolo Ruiz, con un lenguaje fuertemente expresionista, ambos interpretan dos visiones diametralmente opuestas del mismo tema de las casas de los riscos que se ven desde el barrio de Vegueta. Una imagen ya icónica entre nuestros artistas, en la que no vemos el mar explícitamente representado en estas pinturas concretas, aunque todo el barrio es una gran balconada a un espectacular paisaje marítimo.
Como sucede también con la poesía canaria desde su origen, el omnipresente sentimiento de mar ha significado prácticamente todas las cosas. No sólo es el elemento que recorta nuestros contornos, sino aquel que marca el ritmo de nuestras vidas, el que imprime nuestro carácter, el que despierta sentimientos de anhelo, de nostalgia, fantasía y de esperanza, y que es espejo de nuestra alma y de la de nuestros artistas.