“Es una obra de filiación sevillana que pudo venir perfectamente con los conquistadores y formar parte inicialmente de un oratorio de campaña”, apunta Reyes Hernández, que subraya que la talla “habla de nuestros orígenes” y es “testimonio de la conquista de la isla y de su evangelización”.
La escultura, según agrega Reyes Hernández, perteneció a la Catedral de Canarias, la antigua ermita de San Antonio Abad, y “se supone y se cuenta que ante esta imagen debió orar Colón, una hipótesis de carácter histórico”. La catedrática recuerda que muchas de las personas que intervinieron en la conquista de Gran Canaria procedían de Andalucía, donde la advocación de Santa Ana cuenta con un fuerte arraigo.
La talla en madera y policromía compone un conjunto de una sola pieza creado para ser anclado a la pared. Reyes Hernández agrega que muchas de las representaciones de Santa Ana que han llegado hasta nuestros días son de época barroca, por la que la antigüedad de la pieza le confiere un carácter absolutamente excepcional.
“A Santa Ana, madre de María, se la puede representar con muchas iconografías. En este caso aparece aleccionando a María y se propaga a través de ella esa idea de la mujer como maestra, asociada a la lectura y la educación”, recalca. Autores tan inmortales como Murillo o Rubens también han recreado esta escena íntima y evocadora.
Entre otras curiosidades, la talla fue prestada en diversas ocasiones a personas y entidades que formaban parte de entorno cardenalicio. Así, y a modo de ejemplo, está constatado que durante un tiempo estuvo bajo el cuidado de un presbítero en la Fuente de Los Berros de Monte Lentiscal.