- El día 28 de marzo, a las 19.00 horas, en el marco del programa de la XII edición del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales, que aborda cómo se ha proyectado el rastro del Tratado de Versalles hasta la actualidad
Las Palmas de Gran Canaria, 27 de marzo de 2019.- Hipólito de la Torre Gómez, catedrático Emérito de Historia Contemporánea de la UNED, disertará el día 28 de marzo, a partir de las 19.00 horas, sobre el legado de Versalles en el mundo de entreguerras, en la Casa-Museo León y Castillo de Telde en la cuarta jornada del programa de la XII edición de su Curso de Historia de las Relaciones Internacionales que, hasta el próximo día 29, se desarrolla bajo la denominación ‘El Tratado de Versalles y el legado de la Primera Guerra Mundial’.
El catedrático santanderino discernirá en su intervención en las condiciones y las causas que conducen a la II Guerra Mundial, cierre brutal de un tiempo histórico, bien delimitado por la historiografía y por la conciencia colectiva. “Versalles es la frontera interna de un ciclo mayor. Para comprender el fatídico año 39, el historiador debe considerar cuatro escenarios concéntricos, de mayor a menor: el periodo que discurre desde el último cuarto del XIX; el de la I Guerra; el que alcanza hasta la Gran Depresión; el que comprende los años treinta”, explica De la Torre Gómez que, como investigador, ha estudiado las relaciones internacionales, la historia de la política externa portuguesa y española, las relaciones peninsulares y la historia de Portugal, en la época contemporánea.
Según el historiador, que ha escrito y/o dirigido más de cuarenta libros, “la historia es conocimiento de evolución, y por tanto de causalidad. Evolución en sus ritmos -continuidad y cambio. De ahí, que trabaje con periodos: de corta, media y larga duración. La primera detecta los hechos con precisión. La media y la larga permiten explicaciones más hondas y por tanto, más verosímiles”, advierte el que fuera director del Departamento de Historia Contemporánea de la UNED de 2011 a 2018, donde ha desempeñado, desde su incorporación en 1978, la docencia de diversas disciplinas de historia contemporánea.
“En el primer periodo, las relaciones internacionales asisten a la progresiva sustitución de un sistema de hegemonía británica, que asegura estabilidad, por otro policéntrico, que comporta rivalidad y tensiones”.
“La cultura y la praxis políticas propias del liberalismo anuncian inequívocos signos de crisis: la democracia liberal pierde posiciones frente a la emergencia de la democracia de masas, que –salvo excepciones- tiende a una deriva revolucionaria. Y el poder (los poderes) se cargan de ideología, como históricamente había acontecido en tiempos de las guerras (internas e internacionales) de religión (1517-1648), y en las que vino a provocar la irrupción (1789-1815) del ciclo subversivo del liberalismo. Finalmente, la primera “gran depresión” (1873-1894) y la “segunda revolución industrial”, generan cuatro cambios decisivos: el capitalismo se agiganta; la economía se globaliza; el peso de lo económico en las rivalidades internacionales cobra un papel inusitado; el formidable desarrollo industrial y tecnológico transforma las guerras en mataderos humanos de dimensiones desconocidas”, añade.
El segundo periodo, que va desde 1914 a 1919, “constituye la tremenda expresión de los cambios del anterior periodo. Se entiende desde el conocido dictamen de Clausewitz: “la guerra, continuación de la política por otros medios”. Según el catedrático la guerra quiebra definitivamente el sistema político y económico internacional; refuerza el poder y su carga ideológica; exacerba los nacionalismos; ensaya gobiernos fuertes (en un caso, revolucionario) orientados hacia una democracia de masas; quiebra y deshumaniza valores; y sus tratados de paz (sobre todo el de Versalles) impiden la reconciliación y garantizan el espíritu revisionista.
En el tercer periodo (1919-1930) “todas las consecuencias de la guerra se expanden (avance de los sistemas antiliberales; plena ruptura del orden internacional; crisis de la economía). Ninguna de las medidas de imposición (tratados paz), de restauración del sistema económico-internacional (conferencia de Génova, 1922) o de encauzamiento institucional de los conflictos (Sociedad de Naciones) logran resultados estables”, dice.
Finalmente, en el cuarto periodo (1930-1939) “la gran crisis económica acumula y radicaliza los desafíos a la paz con el empobrecimiento social, la movilización de las masas, el avance de los poderes totalitarios, los nacionalismos insatisfechos y agresivos. Mientras que el precario orden internacional se derrumba, y el “pacifismo” acomplejado de las potencias occidentales, aisladas por la inhibición de los grandes poderes periféricos- Estados Unidos y la URSS- facilitan la trayectoria ascendente del belicismo expansionista. La secuencia internacional es conocida: Japón (1931-32); Italia (1935-36); Alemania (1935-36), dan los primeros pasos. Enfrente solo encuentran transigencia, que anima a nuevas iniciativas, (1938, Austria; 1938-39, Checoslovaquia; 1939, Polonia) donde la guerra se asume como continuación de la “política” por otros medios. Ni siquiera eso: es, desde Manchuria, solo guerra”, concluye el catedrático, que es académico correspondiente de la Academia Portuguesa de la Historia (1996), de la Real Academia de la Historia (2002), de la Academia Internacional de Cultura Portuguesa (2002), y de la Academia de las Ciencias de Lisboa (2010).
Organizado por la Casa-Museo León y Castillo en colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria a través de su Facultad de Geografía e Historia, el programa del citado curso se desarrolla bajo la dirección de Javier Ponce Marrero, profesor titular de Historia Contemporánea de la ULPGC.
Clausura
El día 29 de marzo concluye la XII edición del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales con la intervención de Francisco Veiga Rodríguez, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, hablando del legado de la Primera Guerra Mundial en la actualidad.