Este martes, en presencia del alcalde Marco Aurelio Pérez Sánchez, el chorro de la fuente del Pilar ha vuelto a manar libre y cantarín para brindar el sonido del agua a la pequeña plazuela que siempre fue el corazón del pueblo de El Tablero por su histórica centralidad y por ser precisamente el lugar donde se instaló el primer pilar de agua corriente que dio de beber a la población vecinal.
Dicho pilar original entró en funcionamiento en agosto de 1958, coincidiendo con la apertura del Cementerio de Pedrazo. Lo historió el que fuera cronista oficial e Hijo Predilecto de San Bartolomé de Tirajana y vecino de El Tablero, Carmelo Pérez Rodríguez, en el acto inaugural de la actual Plaza del Pilar y su nueva fuente, el 28 de mayo de 1999.
La instalación del pilar primigenio cuando El Tablero aún era un núcleo rural que crecía con las zafras del tomate, permitió que las mujeres y los niños “ya no tuvieran que ir a buscar el agua a los charcos del Barranco, ni a los estanques que embalsaban el agua de los minotes de la Mediafanega, ni a los pozos de Fiol y de Los Pestanas, ni bajar la cuesta para ir a buscar el agua al pozo de Martinón”, relató Carmelo Pérez. Aquel histórico pilar brindaba el agua dos horas al día, de madrugada y al atardecer, y a él acudían las mujeres y los niños con baldes y vasijas de barro. Pero aquella fuente antigua terminó por desaparecer, quedando como una simple tubería de hierro con llave de paso. Y aquella también terminó desapareciendo cuando el agua corriente llegó por fin a todas las casas del pueblo. Fue una decisión municipal para evitar el uso que hacían del agua los numerosos veraneantes y campistas del litoral de Meloneras que subían al Tablero a buscarla gratuita con garrafas y pequeños bidones de plástico.
La fuente manantial actual de la Plaza del Pilar, réplica mejorada del pilar original, funcionó con muchos problemas y apenas durante una década y siempre de forma bastante irregular e intermitente. Su recuperación y puesta en marcha este martes, tras más de 15 años sin que manara de ella una sola gota, se ha efectuado dentro del plan específico de remozamiento general de la Plaza que se llevó a cabo antes de las Fiestas de la Santísima Trinidad. Operarios de las concejalías de Vías y Obras y Parques y Jardines dirigidas por la octava teniente de alcalde, Araceli Armas Cruz y coordinadas por el edil delegado Eduardo Armas Herrera restauraron las cinco farolas del recinto, sustituyeron los 4 viejos bancos de madera por otros de hierro fundido mucho más resistentes; repararon las deficiencias del pavimento e instalaron dos nuevas papeleras en sustitución de las que habían desaparecido. Para poner la fuente nuevamente en funcionamiento cambiaron el motor y el resto de los mecanismos, y repararon las fugas de agua que tenía el sistema.
Esa fuente actual también tiene su historia. Se incluyó como condición obligatoria dentro del primer proyecto de embellecimiento y recuperación de la Plaza del Pilar como espacio significativo en la vida y la historia del Tablero. También lo promovió Carmelo Pérez Rodríguez desde la Escuela Popular Ayagabre (EPA), y para impulsarlo socialmente implicó a todos los colectivos culturales, vecinales, deportivos, asociativos y religiosos que formaban parte del Proyecto de Promoción e Intervención Comunitaria que había puesto en marcha en el pueblo. Encaminó la idea al mismo tiempo que se proyectaba la construcción de la nueva Iglesia, y de hecho en la urna de la primera piedra del edificio religioso se introdujo como símbolo de la identidad colectiva de El Tablero una pequeña reproducción del primer pilar realizada en barro.
Para agilizar aquel proyecto de recuperación de la Plaza del Pilar y su nueva fuente, Carmelo Pérez incluso realizó un primer esbozo, habló con las autoridades municipales e incluso trasladó al arquitecto el concepto del espacio público. Le insistió que respetase los viejos laureles de indias plantados por Pancho García, y que la plaza fuera un referente de espacio abierto para el disfrute y el encuentro de los vecinos, con una pequeña área de juegos infantiles, bancos para el descanso y la pequeña fuente monumental que recordase al antiguo pilar, que también esbozó. Para el diseño artístico de la fuente contó con el pintor y escultor Antonio García Cánovas, el que fuera director de la Escuela Municipal de Teatro, que asumió el reto de confeccionar las esculturas de los niños que juegan en ella. Primero fueron moldeadas en escayola y después realizadas en bronce en una fundición de Arucas.
El acto protocolario y festivo para la inauguración de la plaza y su fuente supuso un acontecimiento histórico para todo el pueblo. Carmelo Pérez recordó que eran “el lugar donde se cantaban las Pascuas y se corrían los Carnavales, donde se celebraba la misa frente a la casa de Mariquita Peñate y donde cantaban los artistas itinerantes frente al bar y barbería de Honorio; también donde charlaban los hombres comentando la vida sentados en piedras frente al Cafetín de Maximinito y en la trasera de la Vieja Sociedad de Pedro Vega, y el lugar donde jugaban los chiquillos alrededor del agua”. Como recordatorio de aquel acto se le regaló a todos los vecinos que asistieron una pequeña pieza de cerámica cocida por la ceramista Alicia Penín, con el lema: “En esta plaza manaba un pilar”.