Ejecutivo jubilado y cónsul honorario de Irlanda, Aúz lleva 20 años liderando un grupo de aficionados al teatro que esta semana ha asistido en el Cuyás a su función número 300
Las Palmas de Gran Canaria, 10 de junio de 2019.- El Teatro Cuyás ha agradecido a Víctor Aúz el apoyo y cariño mostrados durante estos 20 años, a raíz de que, poco después de su inauguración, en 1999, crease un grupo de aficionados a las artes escénicas que este fin de semana disfrutó de su función número 300 en el recinto del Cabildo grancanario.
Cada fin de semana a lo largo de las últimas dos décadas, Aúz (Ferrol, 1935) ha acudido junto a amigos y compañeros a las funciones programadas por el Cuyás, siendo testigo del crecimiento y evolución no solo de este recinto, sino de las artes escénicas en la isla.
“El Cuyás ha tenido una trayectoria muy meritoria”, afirma Aúz, quien a sus 84 años compagina su condición de cónsul honorario de Irlanda y su afición al golf con el liderazgo de este grupo de teatreros, a los que no solo acompaña al recinto de Viera y Clavijo, sino que, para seducirlos, les informa puntualmente de su programación y de los atractivos de cada una de sus propuestas.
El Teatro Cuyás “ha desarrollado en Las Palmas la afición por el teatro, y ha creado la sensación de que en Las Palmas hay teatro siempre”, a diferencia de lo que, a juicio de Aúz, ocurre en la mayoría de capitales españolas, e incluso en ciudades mayores que ésta.
Además, ha contribuido a la formación de compañías regulares, convirtiéndose en “uno de los mejores teatros” de España, gracias, entre otros factores, al buen hacer de sus responsables y a la estabilidad de un equipo que no duda en alabar.
Vida apasionante
Víctor Aúz se instaló en los años 70 a Las Palmas de Gran Canaria, ciudad donde había vivido de niño por los compromisos profesionales de su padre marino.
Una vez aquí, este licenciado en Derecho que nunca ha ejercido la abogacía porque “el cine y el teatro me interesaban más que los juzgados”, desempeñó puestos de responsabilidad en empresas líderes como Atlántico, Kalise, Tabacalera o Hermanos Domínguez, y ejerció la docencia entendiéndola como una forma de devolver a la sociedad canaria parte de lo que ésta le había aportado así como todo lo que había aprendido durante su dilatada carrera.
No en vano, en los años 60, y tras publicar una crítica que llamó la atención de los responsables culturales de la época, ostentó durante tres años el cargo de comisario de los Teatros Nacionales, siendo Manuel Fraga ministro y José María García Escudero delegado de Cinematografía y Teatro, un puesto del que dimitió al vetarle la censura la que acabaría siendo su última programación al frente del ya extinto Teatro Beatriz de Cámara y Ensayo.
Tras eso, llegó a dirigir numerosos spots de televisión y una película musical, ‘Codo con codo’, con Massiel, Micky y el malogrado Bruno Lomas como protagonistas, hasta que la multinacional norteamericana Johnson & Johnson lo fichó como responsable de marketing en España.
En su vuelta a Gran Canaria y su estancia definitiva en la isla tuvieron mucho que ver los recuerdos de su infancia y juventud aquí, sucesivos retos profesionales y, sobre todo, una boda en segundas nupcias con una mujer de Teror con la que sigue casado.
También ha pesado mucho el Teatro Cuyás, cuya apertura en 1999 le permitió no solo dejar de viajar a Madrid, Londres o Nueva York para disfrutar de la que sin duda es su mayor afición, sino incorporar a sus sucesivos amigos y compañeros (del trabajo, del Club Rotario, del Cuerpo Consular…) a este grupo tan particular que ahora celebra su asistencia ininterrumpida a 300 funciones.